Para el periodista galo, conocido por sus posturas de 'realismo político', la migración masiva hacia Europa desde otras regiones, sobre todo de los países africanos, trae consecuencias negativas de diferentes niveles.
En una extensa entrevista con el diario Le Figaro, Girard argumenta que, sobre todo, "los países europeos no tienen razones económicas, sociales ni políticas para albergar toda la miseria del mundo".
Tres amenazas de la migración
Desde el punto de vista económico, hay importantes países europeos con considerables tasas de desempleo. En el caso particular de Francia, se trata de más de seis millones de parados, algo que no se corresponde con la necesidad de atraer inmigrantes.
Finalmente, en cuanto a la política, Europa está viviendo "un auge alarmante de movimientos radicales", que, según Girard, se percibe en Alemania, Italia, Grecia, Francia y otros países. El periodista destaca cómo la razón de su popularidad es precisamente la frustración de los ciudadanos con la inmigración masiva.
"En este sentido, son paradójicos los postulados de la gente que critica a los partidos con posturas extremas y a la vez apoya la inmigración. Es la inmigración la que los alimenta y puede algún día elevarlos al poder", explica.
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Esta presión, a su vez, puede bastar para despedazar la Unión Europea. Las grietas ya se manifestaron con el Brexit del Reino Unido, la resistencia a la migración por parte de los países centroeuropeos y la revisión de la postura de Italia.
¿Cómo salir de la crisis?
El periodista considera necesario "reducir drásticamente la inmigración" mediante el control fronterizo, la suspensión de la política de reunificación de las familias y combatir activamente la inmigración ilegal.
Otro frente de medidas debería incluir el apoyo para los países menos desarrollados con el fin de mejorar las condiciones de vida allá y así desincentivar a los migrantes potenciales de trasladarse a Europa.
"También debemos acabar con las aventuras neocoloniales en Oriente Medio. Sin la catastrófica guerra en Irak no habría existido el grupo terrorista ISIS ni las hordas de migrantes iraquíes y sirios vistas en 2015", expresó Girard.
"El líder libio Muamar Gadafi quizá no iba atrayendo simpatías, pero nos hacía el servicio de detener la migración", prosiguió el periodista.
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Un mal para todos
Además de las desventajas de la inmigración masiva para Europa, el periodista llama a tener en cuenta los problemas de emigración para los países en desarrollo, sobre todo para África.
"África va perdiendo su fuerza vital. Los que emigran a menudo son jóvenes inteligentes, emprendedores y astutos. Los 3.000 euros necesarios para alcanzar Europa son una cantidad considerable para un país africano (…), así que se va más bien la clase media y no los más pobres", explicó.
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En vez de involucrarse en el desarrollo de sus propios países, los jóvenes ambiciosos van a Europa para enviar dinero a sus familias en casa. "Tienen que buscar vías para su propio desarrollo", valora Girard.
La admisión de migrantes, ¿una infracción de la democracia?
E invocó otra vez la experiencia de Francia, donde la ley de reunificación de las familias, que entró en vigor en 1976, cambió la cara de la sociedad francesa durante décadas.
"No fue una cuestión debatida o consultada en un referéndum, no fue un proyecto de ley discutido en el Parlamento o el Gabinete de Ministros. Fue un simple decreto del primer ministro", recordó.
Este tema trata la vida cotidiana de la población y la entera identidad de un país, opina Girard y pregunta, en conclusión:
"¿Acaso la democracia no consista en consultar a su gente sobre los temas más importantes y decidir libremente su destino?".