Así, el pequeño territorio de ultramar británico se encuentra en una encrucijada: la salida de la UE perjudicará su economía —estrechamente vinculada, sobre todo, a la española—, al mismo tiempo, Gibraltar no forma parte de las negociaciones, dada su condición de colonia —así lo define el Comité Especial de Descolonización de la ONU— y, finalmente, España ya ha mostrado su disposición a aprovechar la ocasión para retomar el control sobre este estratégico peñón, situado a las puertas del mar Mediterráneo.
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Madrid nunca había retirado sus pretensiones sobre Gibraltar, aunque carece de argumentos de peso para reclamar el territorio: el Tratado de Utrecht de 1713, firmado entre España e Inglaterra, cedió la pequeña península a Londres y, a diferencia de la isla de Menorca —también cedida por aquel documento—, Gibraltar nunca pudo ser recuperado durante el desarrollo de conflictos posteriores.
Si este punto se mantiene y llega hasta la redacción final del documento, España, efectivamente, tendrá derecho de vetar cualquier decisión del Reino Unido sobre el futuro de su territorio de ultramar.
Un 'universo de oportunidades' para Madrid
"Por primera vez en mucho tiempo, España está en una posición de fuerza para negociar con respecto a Gibraltar", opinó Santiago Velo de Antelo, secretario general y presidente ejecutivo de la Academia de la Diplomacia española.
Madrid puede permitir que Gibraltar cumpla con la voluntad de su pueblo, que es permanecer en la UE, y evitar las consecuencias negativas del Brexit, que perjudicarán tanto a los gibraltareños como al Reino Unido, estima el experto, que es también director de la revista Diplomacia Siglo XXI.
Para Gibraltar, la situación es compleja, dado que España tiene la posibilidad de 'complicar la vida' de los gibraltareños con varias medidas de presión, entre ellas "pedir visados" o "cerrar la frontera", según el experto. Gibraltar, cuya economía está compuesta en un 100% por el sector servicios, se vería seriamente afectado por cualquier tipo de restricciones en este sentido.
La base de la oferta española
La propuesta del Gobierno español de cosoberanía fue expresada reiteradamente por el exministro de Asuntos Exteriores José Manuel García Margallo.
El diplomático consideraba que esta fórmula de cosoberanía ya está recogida en la Constitución española, concretamente en el artículo 144, que prevé la autonomía de territorios no integrados en la organización provincial.
En cuanto a los temas de defensa, política exterior, control fronterizo y migración, Madrid podría gestionarlos conjuntamente con Londres.
Además, según Margallo, la superación de las discrepancias y una participación más activa de España en la economía del Peñón darían un impulso al comercio y el turismo en el territorio —algo importante, especialmente al tener en cuenta que el turismo es una de las principales fuentes de ingresos de Gibraltar— del que "todas las partes se beneficiarían".
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"La solución actual desaparece y hay que buscar una nueva", afirmó Margallo, y los gibraltareños deberían elegir entre "ser británicos fuera de la UE o compartir nacionalidad con España para seguir en territorio europeo".
El rechazo rotundo de Gibraltar y el Reino Unido
Cualquier noción de cosoberanía ha sido y es categóricamente rechazada por Gibraltar. Así, el ministro principal del territorio, Fabian Picardo, declaró recientemente a los medios que "Gibraltar nunca será español, ni en cuatro años, ni en cuarenta, ni en cuatrocientos, ni en 4.000, ni en ningún otro momento en el futuro".
En cuanto a la polémica cláusula a propósito de Gibraltar en las directrices negociadoras sobre el Brexit acerca del posible derecho de veto español, Picardo esperó "una señal de buena fe y buena voluntad" por parte del bloque y su retirada de los documentos oficiales.
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El Gobierno del Reino Unido comparte esta postura. La primera ministra británica, Theresa May, en una conversación telefónica con Fabian Picardo, aseguró que "nunca aceptará un acuerdo que haga pasar a los habitantes de Gibraltar bajo otra soberanía sin su voluntad libre y democráticamente expresada", así como prometió "defender los intereses de los gibraltareños" durante las negociaciones con la Unión Europea.
El Peñón, en la encrucijada
"O somos capaces de convencer a nuestros socios y aliados de que la negociación entre el Reino Unido y la Unión Europea en ningún caso ampara a Gibraltar, o llegaríamos a la paradoja de que hubiese un país ajeno a la Unión con una colonia en la Unión, lo cual no deja de ser un disparate antológico", expresó el exministro.
El propio nuevo ministro de Exteriores, por su parte, no mencionó a Gibraltar entre las prioridades de la política exterior española en su discurso de investidura.
"Hay dos opciones para el futuro de Gibraltar. La primera es simple y evidente: el Reino Unido sale de la Unión Europea y Gibraltar es uno de sus territorios dependientes, cuyas relaciones internacionales están bajo el control de Londres, por lo cual cuando el Reino Unido se va, Gibraltar se va también" con todas las complicaciones correspondientes, comentó el profesor de Derecho Constitucional de la Universidad de Valencia, Carlos Flores Juberías.
La segunda opción es llevar a cabo negociaciones con España sobre cómo simplificar las dificultades vinculadas con el Brexit. Si Gibraltar quiere permanecer en la UE, solo podrá hacerlo como territorio español, y si "esta variante no le conviene a nadie", Londres y Madrid, por lo menos, pueden acordar la copropiedad sobre la pequeña península, opina el profesor.
En la disputa por la soberanía sobre Gibraltar, teoriza Juberías, Bruselas se pondrá del lado de España porque Madrid, a diferencia de Londres, sigue siendo miembro de la Unión Europea.
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Santiago Belo de Antelo opina de la misma manera, y subraya que cualquier amenaza por parte de Gibraltar —por ejemplo, la de que muchos españoles que trabajan en el Peñón "perderán los puestos de trabajo"— es totalmente 'inútil'.
"La realidad es otra, también van a perder los puestos de trabajo los propios gibraltareños, y sus negocios se irán a la ruina" si, por ejemplo, la península deja de recibir los servicios españoles, sobre todo los relacionados con las infraestructuras, comentó.
Así, Gibraltar no tiene muchas opciones: o aceptar la salida de la UE y hacer frente a sus consecuencias, o negociar con España. Madrid tiene la posibilidad de asegurar para Gibraltar la permanencia en la UE, siempre y cuando las condiciones ofrecidas sean aceptadas y respetadas por los habitantes del Peñón.