Según el diplomático, conforme con los acuerdos de los presidentes Vladímir Putin y Emmanuel Macron, reanudó su labor el grupo de trabajo interdepartamental para combatir nuevos desafíos y amenazas.
La primera reunión del grupo tras un largo parón se celebró el pasado 11 de septiembre en París, en el aniversario de los sangrientos atentados terroristas en EEUU.
Las partes lograron acordar una serie de áreas que necesitan ser reforzadas en contexto de la cooperación en la lucha contra el terrorismo, la radicalización, el crimen organizado y el narcotráfico, así como consensuar más medidas para la seguridad del transporte y durante los eventos deportivos de envergadura, añadió.
Hablando de los últimos sucesos en Francia, subrayó que Moscú ha advertido repetidamente a París sobre el peligro que representan los terroristas del Cáucaso del Norte, a los cuales en el país galo "reconocieron como luchadores por la libertad" que encontraron refugio en Francia e incluso obtuvieron la ciudadanía de este país.
El 29 de octubre, un hombre armado se lanzó con un cuchillo contra las personas que se encontraban en una iglesia en Niza, causando la muerte de tres.
La policía francesa también detuvo a un hombre que estaba preparando un ataque con cuchillo en la ciudad de Lyon.
Estas agresiones se producen dos semanas después de que un refugiado, oriundo checheno, decapitara a un profesor en las afueras de París por mostrar caricaturas del profeta Mahoma a sus alumnos.
Terrorismo y pandemia
Asimismo, Siromólotov afirmó que las organizaciones extremistas tratan de utilizar la pandemia de coronavirus para aumentar su influencia.
"En ciertas regiones del mundo se observa un deseo de las estructuras terroristas de aprovechar la situación actual con la pandemia para aumentar su influencia, promover ideas misantrópicas, reclutar nuevos adeptos, principalmente a expensas de los disidentes que se oponen a las acciones de las autoridades, emprendidas para salir de la crisis", indicó el vicecanciller.
Siromólotov sostiene además que la pandemia de COVID-19 "obligó a la comunidad internacional a tomar más en serio ese problema, pese a que el coronavirus no representa de por sí una manifestación del bioterrorismo".
"El tema del bioterrorismo se discutió a gran escala durante la semana antiterrorista de la ONU, celebrada del 6 al 10 de julio de este año, que se desarrolló a causa de la pandemia en el formato de videoconferencias", recordó Siromólotov.
Para el viceministro, Moscú "está firmemente convencido de que, a escala internacional, los problemas del bioterrorismo, así como la seguridad biológica, deben abordarse de manera profunda, centrándose en el desarrollo de medidas colectivas concretas y efectivas que permitan prevenir el uso de agentes biológicos con fines ilícitos".
El diplomático destacó que resulta inaceptable abordar el tema de una manera superficial, y mucho menos dedicarse a copiar la labor ajena.
"Nuestra iniciativa para desarrollar una convención Internacional para impedir los actos de terrorismo químico y biológico sirve para ese propósito", subrayó, agregando que "el proyecto de las cláusulas de la futura convención, que toma en cuenta el componente biológico, fue presentado en marzo 2016 en Ginebra en la Conferencia de Desarme".
Igualmente el vicetitular destacó que en la lucha contra el terrorismo hay que prestar una gran atención a los detalles y analizar cualquier riesgo, seguir de cerca todos los conflictos locales.
Siromólotov advirtió que la Cancillería rusa no descarta que los mercenarios de Siria y Libia que participan en los combates de Nagorno Karabaj terminen infiltrados en el territorio de Rusia.
El 27 de septiembre volvieron a estallar choques armados en Nagorno Karabaj, foco de conflicto entre Ereván y Bakú desde que ese territorio, de población mayoritariamente armenia, decidió separarse en 1988 de la entonces República Socialista Soviética de Azerbaiyán.
Las hostilidades, en las que las partes beligerantes llegaron a usar blindados, artillería, aviación y sistemas de misiles por primera vez desde la guerra de 1992-1994, provocaron centenares de bajas militares y decenas de víctimas civiles.
Azerbaiyán pretende recuperar su integridad territorial, mientras que Armenia defiende los intereses de la autoproclamada república de Nagorno Karabaj.
Protestas en Bielorrusia
Además, la Cancillería rusa confirmó la radicalización de las protestas en Bielorrusia y declaró que, según sus datos, la desestabilización de la situación en la república se dirigía desde afuera, en particular desde Ucrania.
"Disponemos de la información de que la desestabilización de la situación en Bielorrusia era un proceso dirigido, en particular desde el territorio de Ucrania", dijo Siromólotov.
Al reconocer que, actualmente, las protestas disminuyen pese al apoyo exterior, el vicecanciller señaló, al mismo tiempo, que se nota su siempre mayor radicalización, "a la calle se lanzan menos personas, pero entre ellas aumenta el número de los individuos armados con barras de hierro y guijarros, que buscan agredir a los agentes del orden público", dijo.
También recordó que el documento clave de la cooperación bilateral —'Derroteros prioritarios y tareas primordiales del desarrollo del Estado de la Unión de 2018 a 2022'— estipula llevar a cabo actividades conjuntas de lucha contra el terrorismo en el espacio del Estado de la Unión (de Bielorrusia y Rusia).
Minsk y otras ciudades bielorrusas siguen siendo escenario de protestas desde el pasado 9 de agosto, cuando se celebraron las elecciones presidenciales que, según el escrutinio oficial, otorgaron un nuevo mandato al presidente Alexandr Lukashenko, en el poder desde 1994.
La principal rival de Lukashenko, Svetlana Tijanóvskaya, que se vio obligada a abandonar el país poco después de los comicios y fue declarada en busca internacional a principios de octubre, había exigido que este presentara la renuncia y demandó la liberación de todos los presos políticos y el cese de la violencia policial en las calles.
Ese día la oposición bielorrusa organizó protestas a diferentes escalas y anunció una huelga nacional tras vencer el plazo para el 'ultimátum popular'.
El 27 de octubre, el primer ministro del país, Román Golóvchenko, constató el fracaso de los planes de la oposición referentes a la huelga nacional.
Lukashenko, por su parte, advirtió que algunos actos de los participantes de la huelga equivalen al terrorismo.
Los organismos judiciales de Bielorrusia declararon que las protestas se radicalizan.