Desde el 26 de marzo, 17 países de la Unión Europea, EEUU, Canadá, Albania, Ucrania, Noruega, Macedonia, Moldavia y Australia anunciaron la expulsión de diplomáticos rusos —120 personas en total— como represalia por la supuesta implicación de Moscú en el envenenamiento del exespía Serguéi Skripal y su hija Yulia en el Reino Unido.
"No debemos mezclar el marco bilateral y las decisiones que tomemos con el hecho de que seamos la sede de las oficinas de la UE y la OTAN", dijo el jefe del Gobierno belga en una rueda de prensa.
Skripal, exoficial de Inteligencia militar rusa reclutado en los años 90 por el servicio secreto británico MI6 y naturalizado en el Reino Unido, y su hija Yulia, que es nacional de Rusia, fueron hallados inconscientes el 4 de marzo cerca de un centro comercial en la ciudad británica de Salisbury.
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Ambos continúan en estado crítico y reciben tratamiento por intoxicación con una sustancia de acción neuroparalizante que, según los británicos, tiene procedencia rusa.
Moscú, que rechaza todas las acusaciones por infundadas, respondió con una medida simétrica, además de anunciar el cierre del consulado británico en San Petersburgo y de la oficina del British Council en Moscú.
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El ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, declaró que Rusia respondería sin falta a la expulsión irrespetuosa de sus diplomáticos, al atribuir esta ola de expulsiones al chantaje de EEUU.