En su artículo para el diario Nettavisen, el autor menciona varios eventos que no recibieron atención mediática en su país ni en otros.
Por ejemplo, recuerda cómo varios jefes de la Policía de Ucrania fueron despedidos después de que sus subordinados intentaran proteger de los ataques de los radicales a los veteranos de guerra durante las celebraciones del Día de la Victoria en la Gran Guerra Patria, (como es conocida en Rusia la participación soviética en la Segunda Guerra Mundial), en varias localidades del país.
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Durante el proceso, algunos políticos ucranianos pidieron medidas más drásticas en relación a los veteranos de guerra y otros 'traidores'.
"Dado que estos episodios son tan sensacionales y aterradores, se podría suponer que los medios de comunicación noruegos escribirían sobre ellos. Pero esto no sucedió", indica el autor.
Sin embargo, lo único que consiguió fueron las promesas de que mirarían los materiales enviados.
"Al parecer, el abuso de poder, la opresión y el extremismo del que seguramente habrían escrito en otro caso (…) se silencian completamente cuando tienen lugar en Ucrania", afirma Nistad.
Además, agrega que "la cobertura del conflicto en Ucrania es tan desequilibrada que hay razones para hablar de falsa información".
Los pasos del 'gran' camino
Después de que "estallara la revuelta contra Víctor Yanukóvich en otoño de 2013", los periodistas occidentales siguieron de cerca los acontecimientos en Maidán. La "muerte de varias decenas de manifestantes fallecidos a tiros en extrañas circunstancias" generó la aparición en periódicos occidentales de "titulares beligerantes", detalla el experto.
Mientras, "la llamada 'operación antiterrorista' de Kiev contra la población rebelde del este de Ucrania, incluidos los bombardeos de ciudades y pueblos, que se llevaron la vida de miles de niños, mujeres y ancianos (…), no recibió ni una fracción de esta atención", enfatiza.
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No obstante, "nadie se sorprendió de que al día siguiente el periodista noruego Hans-Wilhelms Steinfeld entrevistara a Dmitri Yárosh, el líder de Pravy Sektor —organización terrorista, proscrita en Rusia—".
"Y los medios no han hecho nada para llevar a los responsables de este crimen a la justicia", sostiene el autor, al añadir que los "numerosos homicidios de políticos y periodistas prorrusos en Ucrania tampoco han atraído mucha atención".
Nistad prosigue que en la primavera de 2015 la Rada ucraniana —el Parlamento— adoptó una serie de leyes que penalizan las críticas de los "fascistas ucranianos que se llevaron la vida de cientos de miles de judíos y polacos entre los años 1930-1940". En aquel momento también se prohibió el Partido Comunista de Ucrania."Hubo una brecha tan seria de los valores legítimos y democráticos que los medios deberían haberse visto obligados a cubrir y condenarlo todo. Pero no sucedió", expresa.
Según Nistad, es algo más que "falsa información". Los medios noruegos "tienen un enfoque tan desequilibrado acerca del conflicto ucraniano" que "ya se puede hablar de racismo".
"Para los medios, la población prorrusa de Ucrania apenas tiene dignidad humana dado el hecho de que evitan sistemáticamente informar sobre los ataques a que está expuesta esta parte de la población", subraya.
Nistad destaca que no cree que "los periodistas noruegos sean poco inteligentes, racistas o malas personas", ya que en una conversación privada dan la impresión de gente reflexiva y bien educada. Sin embargo, "sus posturas y conocimientos personales obviamente significan muy poco".
En todo caso, según el autor, también existe un lado positivo en esta situación en la que "los medios no cumplen con su compromiso autoproclamado de ofrecer información completa y objetiva acerca de lo que está pasando en el mundo".
"Cada vez más personas empiezan a utilizar medios alternativos" concluye.