"Me vine porque en otros estados las estaciones de servicio están completamente cerradas y tengo temor de que pase en Caracas, así que prefiero esperar a ver si tengo suerte y puedo llenar el tanque", dijo a Sputnik Omar Atencio, de 76 años.
La capital venezolana comenzó a padecer en marzo la escasez de gasolina, pero en febrero de 2019, cuando Sputnik visitó los estados de Bolívar (sur) y Táchira (este), ya se registraban largas filas y racionamientos por el número de matrícula.
Inicialmente, las autoridades dijeron que la escasez era producto del contrabando de combustible hacia Brasil y Colombia, donde la gasolina costaba hasta 300% más que en Venezuela.
Sanciones al combustible
En marzo, cuando la situación llegó a Caracas, el abastecimiento se volvió cada vez más complicado en toda la nación, y el Gobierno se dirigió al país para notificar que no había gasolina como una de las consecuencias directas de las sanciones de Estados Unidos.
La Comisión Presidencial Alí Rodríguez Araque, encabezada por el vicepresidente económico y ministro de Petróleo, Tareck El Aissami, señaló que era necesario distribuir combustible solo a los sectores vitales para la atención de la pandemia por COVID-19, transporte público y de comida, todos con un día asignado según terminal del número de la matrícula.
La producción de ambas refinerías ronda los 13.000 barriles diarios, y aunque hasta el momento el Gobierno no ha ofrecido un balance sobre su situación, algunos trabajadores han asegurado a la prensa nacional, que las plantas están operando con interrupciones y dificultades.
De acuerdo con información publicada por la estatal Petróleos de Venezuela S.A (PDVSA), el consumo interno de productos refinados en condiciones normales es de 474.000 barriles diarios y el de combustible se acerca a los 300.000 barriles diarios.
Hace aproximadamente diez años, PDVSA producía el 70% de la gasolina que consumía.
Para transformar el crudo en combustible, Venezuela requiere diluyentes y sus plantas necesitan mantenimiento, repuestos y financiamiento.
Según El Aissami y el presidente Nicolás Maduro, todo esto ha sido bloqueado por Estados Unidos.
Como consecuencia, la nación caribeña, con una de las reservas más importantes de crudo extrapesado del mundo, ha padecido por uno de los principales subproductos de este hidrocarburo: la gasolina, y ahora depende de los envíos que le hace Irán, el único país que parece dispuesto a desafiar las sanciones de Estados Unidos.
Nerviosismo
En medio de la pandemia de COVID-19, las estaciones de servicio en casi toda Venezuela están cerradas o tienen a su alrededor interminables filas de autos.
"Yo me calé esta cola (fila), solo porque me da temor, porque mi esposo es hipertenso y a la hora de una emergencia si tengo que salir corriendo no puedo estar sin gasolina", dijo Mariela Hurtado, de 57 años.
Sputnik estuvo en una de las filas en el sector Santa Eduvigis y fue necesario invertir doce horas para echar solo veinte litros de gasolina al precio internacional de 0,50 dólares por litro, y presenció cómo los civiles y militares que controlaban la estación pedían a sus conocidos dinero a cambio de llenarles el tanque completo o pasarlos sin hacer fila.
Se espera que en las próximas semanas arriben tres buques con combustible comprado por Venezuela a Irán, que son Forest, Fortune y Faxon, los cuales transportan alrededor de 300.000 barriles.