En el siglo XXI la situación no es diferente. Millones de personas miran hacia el norte y se aventuran por lugares inhóspitos, con riesgo de perder su vida, por llegar a Europa o a Norteamérica, donde, con un poco de suerte, encontrarán la 'tierra prometida', o por lo menos un trabajo que le permita garantizar su vida y la de la familia que dejaron atrás.
Solo que ahora muchos gobiernos escogen a las personas que quieren dentro de sus fronteras, casi siempre profesionales altamente cualificados, con dominio de la lengua del país, y generalmente jóvenes para asegurarse no tener que ocuparse de ellos en muchos años.
Emigran indios, chinos, africanos, suramericanos, caribeños, tailandeses, pakistaníes, venezolanos, afganos, cubanos y sirios, entre muchos otros. Todos con una misión similar: encontrar en otras tierras lo que es imposible en la suyas. Aunque algunos de ellos mueren en el Mediterráneo, en el cruce de un paso fronterizo, en el Sahara, en la selva de Darién, o en la corriente del Golfo.
Londres se suma a las selecciones
Una vez asegurada su separación del bloque comunitario, el Gobierno de Boris Johnson lo dejó claro: no quiere inmigrantes sin cualificación y menos si no hablan inglés. Y para eso pone como plazo los 10 meses que acordó con Bruselas para negociar un acuerdo comercial. De más está decir que los negros no son prioridades, a menos que sea una deslumbrante estrella de fútbol o alguien que pueda aportar en lugar de restar, según los encargados de hacer la selección.
La medida no es vista con buenos ojos desde dentro del Reino Unido, donde algunos empresarios o representantes de patronales ponen el grito en el cielo, porque dependen de los migrantes para labores que habitualmente no realizan los nativos.
Según declaraciones que recoge el diario español El País, Minette Batters, presidenta del Sindicato Nacional de Agricultores, advierte que "si cerramos la ruta de entrada a estos trabajos, el sector agrícola sufrirá un serio impacto", porque la recolección y el procesamiento de los alimentos la realizan trabajadores provenientes del este de Europa.
La selección de los migrantes se hará a través de un sistema de puntuación, que incluirá a los trabajadores de la Unión Europea, y que exigirá un mínimo de 70 puntos para poder trabajar en el Reino Unido, de los cuales hay algunos que son obligatorios, como tener una oferta de trabajo (20), que esta esté al nivel de las habilidades requeridas (20) y hablar inglés (10).
Luego hay otros criterios adicionales que aportarían los puntos restantes, y que pudieran terminar con las aspiraciones de quienes pretender conseguir un empleo.
EEUU quiere un muro, Canadá un millon de migrantes
Mientras el Gobierno de Estados Unidos trabaja en la construcción de un muro para frenar las oleadas de migrantes que llegan del sur, Canadá abrió las puertas a más de un millón de personas, en un proceso que comenzó en 2019 y terminará en 2021.
Washington intenta frenar a los que llegan de Centroamérica, pero que no siempre son naturales de esos países, sino de algunos tan distantes como India, Nepal, Gabón o Pakistán, que escogieron una vía que en los últimos años pareció privilegio de cubanos y centroamericanos.
Según un informe sobre el tema de finales de 2018, desde 1990 hasta la fecha, el país acogió a seis millones de migrantes, con el objetivo, además de garantizar la masa social y que la fuerza laboral siga creciendo.
Esta posición le granjeó a Ottawa reconocimiento internacional, incluso, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados destacó a Canadá por la "extraordinaria generosidad, apertura y disposición" del país para ayudar a las personas que huyen de situaciones de guerra, pobreza, violencia e inseguridad.
Pero —y siempre hay peros— es necesario cumplir con una serie de requisitos, entre ellos insertarse en unos de los programas que ofrece el Gobierno y que incluye hasta la reunificación familiar o los estudios.
Muchos emigran a Europa, algunos al sur
La situación más complicada con las migraciones la tienen los países europeos, que reciben cada día oleadas de personas que intentan escapar de las penurias de África, de la guerra en Libia, de la persecución religiosa al interior del mismo continente, o sencillamente vienen desde el oriente y usan el Mediterráneo para alcanzar suelo europeo.
Esta situación ha enfrentado a gobiernos de la región, por la posición de algunos de impedir el arribo de personas ajenas al país, que ha llevado a varias crisis y dejó en más de una ocasión los barcos de rescate en espera de un puerto donde poder desembarcarlos.
Al final, entre acusaciones de abuso laboral, tráfico de personas e impugnaciones de la oposición, el proceso se detuvo y mucho de los haitianos, más acostumbrados a vender productos en las calles de Puerto Príncipe, que a trabajar en los campos, optaron por dedicarse a la venta de cítricos en las avenidas de Santiago que a lo que en un principio estaban destinados.
El problema con los haitianos no fue a más porque Sebastián Piñera, al asumir el poder, devolvió a miles de retorno a su país, en tanto algunos lograron quedarse y se dedican a la venta de productos en las calles de algunas ciudades.
Sin embargo, el país del sur que más emigrantes arrastra es Australia. Uno de los pocos que, si se mira el mapa de las migraciones, acepta muchas más personas que las que salen, tal cual ocurre con Estados Unidos, Canadá y Europa, además de un pequeño grupo de naciones de África y Asia.