En el estudio se utilizaron datos de 50.225 personas y se llevó a cabo un minucioso análisis estadístico. Por medio de dicho análisis se evaluó la correlación entre ciertos modos de andar y la incidencia de muertes prematuras, enfermedades cardiovasculares y la probabilidad de padecer cáncer.
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Se establecieron tres categorías basadas en el ritmo de la marcha: acelerado, moderado y lento. De tal modo, los científicos determinaron que los mejores resultados se obtuvieron en el caso de la gente que andaba con mucha intensidad.
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En cuanto a las enfermedades cardiovasculares, se notó una reducción del 24% en el caso de un ritmo moderado, y un 21% en el caso de un ritmo intenso.
Mientras tanto, no hubo correlaciones significativas en el caso del cáncer, razón por la cual los investigadores no pudieron determinar si hay alguna relación entre el ritmo de marcha y la probabilidad de padecer cáncer.
Intentando explicar los resultados del estudio, los científicos supusieron que una mayor intensidad al andar proporcionaría estímulos para producir una mayor respuesta fisiológica y beneficios para la salud más sustanciales o adicionales.
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