"De vez en cuando piden —bueno, preguntan— si no hay ningún rótulo", comenta una guía turística del Valle de los Caídos. Esta basílica situada en El Escorial, al noroeste de Madrid, acogía la tumba de Francisco Franco, antiguo jefe de Estado español. Hasta el año pasado. El 24 de octubre de 2019 se retiraron sus huesos y se trasladaron al panteón familiar, en el cementerio de Mingorrubio, en El Pardo (pueblo pegado a la ciudad). Una decisión instigada por el Partido Socialista que se topó con feroces críticas de los seguidores del Caudillo y de partidos de la oposición como el PP, Vox y Ciudadanos.
En 2020, 45 años después, los festejos se han diluido. El descenso no solo ha sido provocado por el cambio de ubicación. También ha influido la pandemia de coronavirus, que ha impuesto unas restricciones especiales de horarios y aforo. "Franco tira mucho, pero en esta convocatoria hay que contar con cierta separación y con los impedimentos por el COVID", afirma José Luis Corral, de Movimiento Católico Español. Este colectivo formado en 1982 por "gente patriota, franquista y carlista" organiza cada 20-N una visita al Valle.
"Vamos a la misa y rezamos por nuestros caídos, por José Antonio y por el Generalísimo. El año pasado aún se unió mucha gente porque querían ver cómo había quedado la tumba. La basílica se llenó. Pero este se notará, porque no pueden venir ni los grupos extranjeros ni los de provincias", justifica a Sputnik.
La basílica, que domina el valle de Cuelgamuros y es visible desde kilómetros de distancia, acoge cada mañana una oración. Según la guía, que prefiere no dar su nombre y habla "con mucho cuidado", suelen acudir unas 40 personas. Feligreses del pueblo o de otras localidades a los que en fines de semana o actos especiales se les unen unos cuantos más. "Aquí se acercan de todos los sitios, pero los sábados y domingos se juntan los que no pueden venir otro día. Este año el máximo es de 200 personas. Y, de todas formas, desde que se llevaron al General viene mucha menos gente", expone.

Tal y como ilustra esta empleada de Patrimonio Nacional, hay quien deja una flor sobre el trozo de suelo donde reposaba el dictador. Como las que aún decoran la tumba de Primo de Rivera. "Pero el antiguo sacristán, muerto de resultas del COVID, siempre decía, con muy buen criterio, que las quitáramos, que no pintaban nada", arguye antes de asegurar que la ceremonia de cada 20-N no tenía una dedicación especial. "Si acaso, se hará mención al padre del fraile que la oficia, que murió esta semana", cavila. No obstante, el prior de la abadía, Santiago Cantera, acudió a las concentraciones de protesta por la exhumación y mantuvo una disputa con el Gobierno.

Según el artículo 16 del boletín, firmado en diciembre de 2007, "el Valle de los Caídos se regirá estrictamente por las normas aplicables con carácter general a los lugares de culto y a los cementerios públicos" y "en ningún lugar del recinto podrán llevarse a cabo actos de naturaleza política ni exaltadores de la Guerra Civil, de sus protagonistas, o del franquismo".
También indica la ley que "la fundación gestora del Valle de los Caídos incluirá entre sus objetivos honrar y rehabilitar la memoria de todas las personas fallecidas a consecuencia de la Guerra Civil de 1936-1939 y de la represión política que la siguió con objeto de profundizar en el conocimiento de este período histórico y de los valores constitucionales. Asimismo, fomentará las aspiraciones de reconciliación y convivencia que hay en nuestra sociedad".
En el santuario, sin embargo, no hay ninguna marca de esa represión. Nada muestra que aquí se enterró a víctimas de la Guerra Civil y a trabajadores forzados, reclusos del bando republicano. "Bueno, se lo explicamos al visitante quienes estamos aquí o los guías privados con los que vienen. O, si son extranjeros, tiene un libro donde lo pone", excusa la encargada de enseñar el antiguo mausoleo del dictador.

"Como es un punto obligado de Madrid, hemos aprovechado para verlo", confiesan cuatro chicos de Alicante en el patio exterior. Se han pasado sin ningún motivo más que el de curiosear. Igual que una pareja que aprovecha para pasear por el bosque circundante o una familia que descansa en el granito, bajo un imprevisto sol de otoño.
Con la exhumación de los restos del dictador Francisco Franco, España cumple consigo misma.
— Pedro Sánchez (@sanchezcastejon) October 24, 2019
Se pone fin a una afrenta moral, se da un paso más en la reconciliación que solo puede descansar en la democracia y la libertad. Hoy nuestra democracia se prestigia a los ojos del mundo. pic.twitter.com/0fTdDkV7mW
Hay un goteo lento de visitantes. Atraídos más por el entorno que por el monumento religioso. Igual que en Mingorrubio, camposanto donde se trasladó el cuerpo de Franco. Reina la calma, aunque el túmulo sea un espacio de admiración. Al contrario que en la iglesia de El Escorial, en el panteón del Caudillo resaltan las banderas rojigualdas, los mensajes de amor y las plegarias por el difunto. Algunas están enmarcadas, como el "credo del legionario" o la dedicada a los "santos y mártires de España y de la cruzada".









Un joven se acerca y reza en silencio frente al muro plagado de ramos. Otro mira con curiosidad. "Solo vengo a ver las tumbas de los famosos", se excusa. Aparte de Franco, en este cementerio reposan personalidades del Régimen, como los expresidentes Luis Carrero Blanco y Carlos Arias Navarro, o sátrapas como el dominicano Rafael Leónidas Trujillo. "Aquí no suele haber nadie", espeta el único responsable del lugar: "Alguno pasa por curiosidad, pero generalmente esto es muy tranquilo".
"Franco no ha aportado nada al pueblo", sentencia uno de los responsables del restaurante La Plaza. "Pensábamos que iba a traer más gente, pero qué va", lamenta este veterano del lugar. Cierto que el año, comenta, ha sido muy "anormal". "Con el coronavirus y las medidas sanitarias hemos tenido mucha gente de la Comunidad de Madrid que venía el fin de semana, pero no eran los admiradores".

La Fundación Nacional Francisco Franco coincide. "Nosotros solo convocamos una misa para el 20-N y este año habrá que extremar las precauciones", aseguran desde la oficina de comunicación de esta entidad. Desde la Abadía del Valle de los Caídos y la Conferencia Episcopal no responden a quién realiza la homilía. Pero la lista emitida por la fundación suma los mismos 20 lugares de culto que envían desde el Movimiento Católico Español. Son los sitios donde se celebrará "un funeral solemne" para reparar, 45 años después y bajo mínimos, la "profanación" del traslado y el legado del Caudillo.