'La pesadilla de Estados Unidos: la entente chino-rusa', reza el titular del artículo del medio estadounidense.
Los expertos, citados por el diario, advirtieron que Washington está cometiendo un grave error al no hacer ajustes estratégicos para evitar la alineación cada vez más estrecha entre estas dos potencias.
Sin embargo, Dimitri Simes, presidente del Centro para el Interés Nacional, observó que a pesar de la creciente cooperación, la relación todavía no alcanza el nivel de una alianza de facto, y, según él, es improbable que se establezca una alianza oficial entre las dos potencias.
De acuerdo con el experto, Pekín se abstiene de los compromisos oficiales porque le preocupa que una alianza formal con Moscú tenga un impacto negativo en su frágil, pero destacada, relación económica con Estados Unidos. Por ejemplo, aunque China ha sido "muy positiva en cuanto a profundizar la cooperación económica con Rusia en general", Pekín se negó a tomar medidas específicas que reforzaran la economía rusa contra la presión occidental, como la realización de transacciones financieras en moneda local con el fin de evitar el dólar estadounidense.
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No obstante, el embajador ruso en Pekín, Andréi Denísov, informó en diciembre que el uso de monedas nacionales en las transacciones entre Rusia y China ya alcanza el 15% y "esta cifra seguirá aumentando porque es cómodo para ambas partes".
Moscú y Pekín allanan el terreno para plantar cara al dólar https://t.co/YWVHNacRnW
— Sputnik Mundo (@SputnikMundo) 28 ноября 2018 г.
Simes además observó que la relación sigue teniendo una utilidad estratégica real para Rusia: "la idea de tener una opción china les anima a los rusos a ser más duros, más audaces y más optimistas sobre su capacidad de sobrevivir sin una cooperación significativa con Estados Unidos".
Asimismo, se ha profundizado la cooperación entre los militares rusos y chinos con una serie cada vez mayor de ejercicios y entrenamientos conjuntos. Los fabricantes rusos de armas ya no se abstienen de vender su equipo militar más avanzado a China. "Rusia ya no ve a China como una amenaza militar", opinó el experto.
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Graham Allison, doctor en ciencias políticas y profesor de la Universidad de Harvard, por su parte, opinó que Estados Unidos necesita "un reconocimiento más realista de causa y efecto".
"A Washington le gusta hablar de sus propósitos estratégicos", pero la política global es "sobre las consecuencias, no sobre la intención", señaló.
Los objetivos de EEUU, que según Allison, consisten en condicionar a China y Rusia para que acepten papeles como partes interesadas subordinadas en un orden internacional liderado por Estados Unidos, y la mentalidad actual en Washington va en contra de las "leyes básicas de las relaciones internacionales".
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En cuanto a China, catalogada como adversario estratégico por la Administración Trump, la única opción que Washington tiene para Pekín es, según Allison, que acepte "nuestras recetas para que se parezca más a nosotros y ocupe su lugar en el orden internacional liderado por EEUU que nosotros designamos para este país". Sin embargo, tal objetivo es totalmente inalcanzable porque "China insistirá en ser aceptada como China, no como un miembro honorario de Occidente".
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Allison añadió que en lugar de perseguir el objetivo poco realista de cambiar a China, la estrategia de EEUU debería ser "tratar de crear una coalición de fuerzas que sea al menos un contrapeso a las aspiraciones de China que EEUU considera irrazonables". Rusia debería, en principio, ser parte de esa coalición. Aunque, tanto Allison como Simes calificaron cualquier apertura de EEUU a Rusia como una posibilidad extremadamente remota en la actualidad.
Según Simes, aunque Trump mostró algunos "impulsos realistas" como candidato, como presidente, no está interesado en el "pensamiento estratégico sistemático" y, al igual que sus predecesores inmediatos, evita llevar a cabo un análisis estratégico serio. Lamentablemente, los costos de la incapacidad de Estados Unidos de pensar estratégicamente han sido demasiado predecibles, y el más importante de ellos es la alineación cada vez más estrecha entre Rusia y China, concluye el medio.
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