En los últimos meses Israel ha acordado normalizar relaciones con Emiratos Árabes Unidos (EAU), Bahréin, Sudán y, ahora, parece que lo propio va a pasar con Marruecos; comentaristas en Israel dicen haberlo estado esperando desde que Arabia Saudí empezó a hacer señales de relajación, un elemento fundamental para que el rey marroquí, Mohamed VI, pudiera proceder.
Las idas y venidas en este asunto vienen de lejos: la oficina comercial israelí en Rabat se abrió en 1994 y se esperaba que Marruecos fuera el segundo estado árabe en contemplar la normalización con Israel, después de Egipto, un poco antes de que Jordania firmara la paz con Israel ese año.
Sin embargo, no hubo progreso, particularmente cuando el Gobierno de Rabat se mostró abiertamente antinegociaciones con Israel a partir de 2013, pero el pasado mes de septiembre regresaron los rumores de una posible normalización.
Los diferentes motivos de los diferentes países
Los acuerdos sin precedentes que se están llevando a cabo en los últimos meses responden a diferentes razones.
Los UAE se acercaron a Israel en los últimos años por diversos motivos, su mutua oposición a los Hermanos musulmanes, entre ellos, pero también mandaba el interés político de los emiratos que pedían a cambio detener la prometida anexión de un porcentaje de Cisjordania por parte del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y avanzar en las negociaciones de paz con los palestinos.
El siguiente en la fila fue Sudán. En medio de una frágil situación política, tras haber sacado del poder al dictador Omar al Bashir, aliado de Turquía y los Hermanos musulmanes, Sudán necesitaba que EEUU lo excluyera de su lista de países que patrocinan el terrorismo para acabar con su aislamiento.
Marruecos, un caso distinto
Marruecos ha mantenido relaciones con Israel en el pasado a pesar de no mediar ningún tratado de normalización, y no sólo Marruecos, también Túnez, Mauritania, Omán y Qatar.
El consenso árabe siempre ha sido de no hablar con Israel mientras no se avance en la paz con los palestinos, pero la Administración Trump modificó la ecuación al entrar en ella como agente activo: si se hacía la paz con Israel, EEUU daría algo a cambio.
Los lazos históricos de Marruecos con Israel vienen desde muy lejos por su potente comunidad judía, creada a partir de la expulsión de los judíos de la península Ibérica por los Reyes Católicos, pero las relaciones con el Estado israelí no han sido particularmente fluidas.En este caso la contrapartida estadounidense al pacto de normalización será el reconocimiento de la soberanía marroquí sobre el Sáhara occidental, área que Marruecos controla desde 1970 pero con la fuerte oposición del Frente Polisario. Otro paso atrevido de Trump, según los analistas, ya que se sabe que el presidente electo, Joe Biden, no es de la misma opinión con respecto a los territorios en conflicto como Jerusalén o el Sáhara occidental.
Las alianzas en el Oriente Medio están tomando cuerpo de maneras diferentes, con pactos políticos sin precedentes, tratos comerciales con Israel y venta de armamento por parte de Estados Unidos. El asesor para asuntos de Oriente Medio de Trump, su yerno Jared Kushner, ha jugado un papel muy central en estos movimientos, y con la salida de la administración Trump de la Casa Blanca, la pregunta es cómo continuarán, y si continuarán, estos procesos.
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