La amenaza es la aprobación de un proyecto de ley que fue preparado durante la pasada legislatura para reclutar a los jóvenes ultraortodoxos, una condición básica para que el partido de Avigdor Lieberman, Israel es Nuestra Casa, entre en el Gobierno.
Si fuera así, es decir si Netanyahu no lograra resolver este punto cardinal, lo más probable es que se tuvieran que convocar nuevas elecciones.
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Parte del problema son los 16 diputados ultraortodoxos, cuyo apoyo también le es imprescindible a Netanyahu, y que se oponen al proyecto de ley que en la pasada legislatura desarrolló el propio Lieberman en su calidad de ministro de Defensa.
El proyecto de ley de Lieberman fue aprobado en una primera lectura por la Knéset, pero la presión de los partidos ultraortodoxos obligó finalmente a la disolución del Parlamento en diciembre y la convocatoria de elecciones.
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Ahora mismo la situación es muy parecida a la de diciembre, de modo que Netanyahu no tiene todas las garantías de que logrará formar gobierno.
Así mismo prevé sanciones económicas para las escuelas rabínicas que no aporten el cupo de jóvenes ultraortodoxos previstos por la ley.
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Los partidos ultraortodoxos, en especial Judaísmo Unido del Pentateuco, discrepan de los planteamientos incluidos en el proyecto de ley, y exigen algunas reformas sustanciales para darle su apoyo.
Si los partidos ultraortodoxos se oponen al proyecto de ley, algunos partidos de la oposición podrían votar a favor y conseguir que sea aprobado.
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El problema para Netanyahu sería que los partidos ultraortodoxos retirarían su apoyo al Gobierno y el primer ministro debería disolver el Parlamento.