El 28 de septiembre, el Ministerio de Petróleo iraquí hizo público un comunicado en el que informaba de que la semana anterior, las fuerzas gubernamentales del país árabe habían conseguido liberar el área de Kirkuk de los yihadistas.
A raíz de esta operación militar, los terroristas perdieron el control sobre el último pozo petrolífero del país árabe que estaba en sus manos.
Anteriormente, se había informado de que, debido a la liberación de otros tres grandes yacimientos de petróleo en Irak, el grupo terrorista había empezado a sufrir graves problemas financieros.
La reducción de los ingresos provenientes del contrabando de petróleo obligó a los terroristas a reducir el salario de sus milicianos, subir los impuestos sobre los territorios que controla e, incluso, a incrementar la suma de las multas que se imponían a los yihadistas por pequeñas violaciones de preceptos religiosos.