El armamento fue producido, en su mayor parte, por la planta 'Vazovski Mashinostroitelni Zavod' (VMZ), ubicada en la ciudad de Sopot, según el artículo. Entre otras muchas municiones, se encontraron proyectiles de calibre 122mm para lanzacohetes múltiples Grad. Esos misiles fueron producidos en una planta búlgara con una licencia otorgada en el período soviético y ya caducada.
Actualmente, la justicia búlgara está realizando una inspección a Arcus y revisando su documentación. Sin embargo, esta investigación ha sido la única medida emprendida por Sofía como respuesta a los numerosos casos de exportación de armamento búlgaro que acabó en manos de los yihadistas en Siria a través de EEUU y Arabia Saudí.
"Por el momento, no hemos encontrado infracción alguna", afirmaron a Trud fuentes de la Fiscalía búlgara.
La publicación de estas informaciones también llamó la atención de la portavoz de la Cancillería rusa, María Zajárova.
"Quisiera subrayar que, desde los años 90, Rusia mantiene negociaciones con Sofía sobre la firma de un acuerdo intergubernamental en materia de licencias que, sobre todo, establezca normas sobre las exportaciones de material bélico a terceros países. Desafortunadamente, la parte búlgara todavía no tiene mucha prisa en firmarlo.
Parece que la vaguedad acerca de este tema conviene a ciertos representantes búlgaros", afirmó Zajárova en una rueda de prensa.