El informe científico realizado por la Fundación para las Consultas sobre Robótica Responsable (FRR, por sus siglas en inglés) llega a la conclusión de que hasta dos tercios de los hombres y alrededor del 30% de las mujeres están a favor de utilizar robots sexuales. Estos aparatos cuestan actualmente entre 5.000 y 15.500 dólares y pueden personalizarse atendiendo a los parámetros de sexo, altura, color de pelo, de ojos e incluso personalidad.
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"Si hablamos no solo de personas discapacitadas, sino también de las que sufrieron algún tipo de trauma sexual, los robots sexuales podrían de alguna manera ayudar en el proceso de rehabilitación. No obstante, deberíamos andarnos con cautela a la hora de crear máquinas que pudieran abusar de los niños o convertir a las mujeres en objetos sexuales. Al mismo tiempo, debemos evitar que, en este caso, el control estatal ponga obstáculos al desarrollo tecnológico", sostiene la doctora Aimee van Wynsberghe, profesora asistente de Ética y Tecnología en la Universidad Técnica de Delft (Países Bajos) y codirectora de la FRR.
Sin embargo, los autores del estudio ponen sobre la mesa varias cuestiones morales y éticas que hay que resolver. De hecho, alertan sobre el peligro de que los usuarios de los robots sexuales puedan sufrir un trastorno de ansiedad social u obsesionarse con las máquinas que, al fin y al cabo, nunca podrán sustituir completamente a los humanos.
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