Se trata de la muerte de los empresarios Scot Young y Alexandr Perepilichni.
Para el senador, que forma parte del comité de Asuntos Internacionales del Senado, nadie estaría hablando de una "pista" rusa, si hubiera datos serios.
"Es un elemento de la guerra mediática, nada más", concluyó Morózov.
El representante del Kremlin recordó que "desde un principio, Rusia se ofreció a cooperar con los británicos para esclarecer las circunstancias, pero se negaron".
"No tenemos información sobre la sustancia usada, ni sobre la cantidad que había. Tampoco sabemos quiénes fueron envenenados, qué se hizo de ellos, dónde están, etcétera, etcétera. Lo lamentamos, es lo único que puedo decir", agregó.
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Después de recibir el alta médica, los dos fueron trasladados a un lugar secreto.
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También fue dado de alta el detective que se expuso al agente nervioso al investigar el incidente de Salisbury.
Nada más abierta la investigación, que según Scotland Yard se prolongaría por varios meses, Londres responsabilizó a Moscú de estar detrás del envenenamiento y catalogó el arma como neuroparalizante de la clase Novichok, supuestamente desarrollada por químicos rusos.
Moscú rechaza de plano las acusaciones de Londres, que considera infundadas, y envió cerca de 60 notas diplomáticas al Foreign Office reclamando acceso a las pruebas para poder colaborar con la investigación, así como a los Skripal que son ciudadanos de Rusia.