"Nosotros somos la vidriera y la voz del pueblo", comentó a Sputnik, Martín "Pitu" Frontera, integrante de la murga Zarabanda Arrabalera.
"Pertenecemos a un circuito oficial que es el carnaval porteño, por lo que recibimos un pequeño subsidio de acuerdo a la categoría que nos corresponde y que tiene que ver con la cantidad de integrantes, lo que nos da una mano con la infraestructura", explicó Frontera.
Zarabanda Arrabalera, originaria del barrio de Parque Patricios hace una década tiene unos 80 integrantes, pero algunas murgas rondan entre los 150 y 200 participantes.
"Los corsos son oficiales, y en los últimos años hemos empezado a estar mejor, pero nos ha costado mucho esfuerzo que los gestores culturales del Gobierno le den la importancia a la murga porteña como una de las expresiones folclóricas de la ciudad de Buenos Aires", señaló el joven.
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El resto se amortiza con rifas, discos y participaciones en corsos no oficiales.
Zarabanda Arrabalera comienza a ensayar seis meses antes de que comience el carnaval de Buenos Aires, al tiempo que participa en otros lugares, como teatros y bares, para sostener "esta expresión de carnaval a la que le damos una dinámica itinerante a lo largo del año", expresó Frontera.
Provincia de Buenos Aires
Las murgas también hacen pie en la vasta provincia de Buenos Aires, la más grande del país, donde no hay ninguna legislación que otorgue un reconocimiento artístico y cultural a las murgas que surgen en el interior de este distrito.
"Nosotros armamos nuestros corsos autogestionados para que las murgas crezcan y al mismo tiempo traemos los corso en los barrios", explica Lionel Alfonso, perteneciente a la murga Pateando Tristezas de Merlo y miembro del movimiento nacional de murgas independientes de la regional Buenos Aires.
Las murgas de la provincia sí se ven más sujetas a las ordenanzas que marque cada municipalidad.
Así sucede que en el municipio de Morón "están prohibiendo los corsos barriales autogestionados y las fiestas populares porque no quieren que se celebren", señaló Alfonso.
Pero por más que impongan restricciones, "las murgas van a salir a la calle", advirtió el joven que intenta que "la cultura murguera siga adelante".
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La diferencia entre las comparsas y las murgas reside en que las primeras, más propias de grandes desfiles, se expresan por medio de carrocerías y no tienen escenario.
"La murga tiene una coreografía que muestra en desfiles cortos que pueden duran media cuadra (manzana) o una cuadra hasta llegar al escenario", señaló Alfonso.
Una vez allí, se muestra "una canción de presentación más grande, y después otra de crítica, que puede ser teatralizada para expresar cuestiones picarescas sobre la actualidad o sobre la política", detalló.
"Son como un medio de comunicación", añadió.
El carnaval de Gualeguaychú, en la provincia argentina de Entre Ríos (este), es el más relevante y conocido del país, pero las murgas son la expresión popular más cercana que alcanza multitud de otras localidades y provincias del país.