"Las relaciones de profunda asimetría entre Bolivia y EEUU se mantienen invariables por la fuerza hegemónica que luce el imperio en términos económicos, políticos y ahora en su versión más reaccionaria, como el uso del poder militar con sus aliados latinoamericanos", dijo el director del Instituto de Investigaciones de Ciencia Política de la Universidad Mayor de San Andrés, Iván Miranda.
El investigador agregó que "EEUU busca ahogar a Bolivia con una presión sin precedentes, haciendo uso de sus aliados más leales en la región, como Chile, Colombia y en menor grado Perú y Brasil".
El pasado fin de semana, tropas de la Cuarta Flota de las Fuerzas Navales del Comando Sur de EEUU participaron en ejercicios conjuntos con Fuerzas Armadas de Chile en las costas del Pacífico.
En opinión de Miranda, el Gobierno de Trump busca mantener a Bolivia como un "país marginal" en el contexto latinoamericano.
"La prioridad de la Casa Blanca no son las relaciones con Bolivia sino consolidar la nueva correlación de gobiernos conservadores en la región consustanciales a su política exterior", remarcó el especialista.
Pero, por otra parte, el Gobierno de Evo Morales no tiene una estrategia renovada para encauzar sus relaciones con EEUU, observó.
"Estos últimos actos generan una profunda preocupación porque son una abierta amenaza, un amedrentamiento hacia el Gobierno progresista de Bolivia y su demanda marítima que se ventila en los tribunales de La Haya", dijo Borda.
El legislador insistió en que Bolivia rechaza la construcción de muros y las políticas "racistas" de Trump, mientras postula una ciudadanía universal "sin fronteras".
En ese marco, tanto Miranda como Borda coincidieron en que, en lo inmediato, las relaciones entre Bolivia y EEUU se moverán en un clima de tensiones y profunda crisis.
En 2008 Bolivia expulsó al embajador de EEUU, Philip Goldberg, acusado de injerencia en asuntos internos, y luego la Casa Blanca hizo lo mismo con el entonces representante diplomático boliviano en Washington, Gustavo Guzmán.