Una nueva era cuya duración y desenlace es incierto comenzó este 2 de febrero con la ruptura por parte de Estados Unidos del tratado INF de misiles de mediano y largo alcance. Se abre la llave para que la industria armamentística de la potencia vuelva a fabricarlos y pueda emplazarlos en su más de 800 bases en el mundo.
La medida había sido anticipada en 2018 por el presidente, Donald Trump, bajo el argumento de que Rusia había violado el pacto, algo que el Kremlin rechazó de plano y exigió que se aporten pruebas para sostener la versión.
"Estados Unidos acusó a Moscú de incumplimento del pacto a partir de 2014 cuando se hace una prueba de misiles crucero Novator 9m729 que según la inteligencia estadounidense superaría los 5.000 km de alcance. El gobierno ruso dice que nunca hizo pruebas que superen esa distancia y que más allá de los tuits deberían presentar alguna prueba convincente", destacó en diálogo con Sputnik el licenciado en Geopolítica Damián Jacubovich.
El desarrollo militar chino, que sería "una de las principales preocupaciones" del Pentágono, ya que el país asiático no es parte de este acuerdo, razón por la cual ha podido "desarrollar una expansión militar importante en el Asia Pacífico y EEUU estaba atado de pies y manos", indicó Jacubovich.
La otra motivación es que "el lobby de la industria de las armas en EEUU es un monstruo al que hay que darle de comer sí o sí. Recordemos que en la época de Barack Obama se habían retirado tropas de Oriente Medio y había tenido que compensar la alimentación de su monstruo con una venta de armas millonaria a Arabia Saudí para que esté medianamente satisfecho".
Finalmente, el experto consideró que otra razón son los tiempos electorales que se avecinan y el interés de Trump por ser reelecto, para lo cual quiere sacarse de encima las acusaciones sobre una supuesta "trama rusa" en las elecciones de 2017. "Eso debe quedar en el pasado y entonces todo lo que pueda hacer para mostrar diferencias y generar cortocircuitos con Rusia a nivel mediático lo beneficia".
