Steve Goose, director de armas de Human Rights Watch, lo denunció: “Arabia Saudí y sus socios de la coalición, así como su proveedor de EEUU, ignoran descaradamente el estándar global que prohíbe el uso de las municiones de racimo bajo ninguna circunstancia”.
Asimismo, Riad ocupa ahora el primer puesto en cuanto a las importaciones de armas en el mundo. En 2015 Arabia Saudí gastó 9.300 millones de dólares en armas: compraron aviones Eurofighter Typhoon, F-15, helicópteros Apache, varios drones, aparatos de vigilancia y otro equipamiento militar, entre los que se incluyen las bombas de racimo.
Analistas atribuyen la creciente demanda de armas y equipos militares a la escalada de tensiones que se observa últimamente a nivel global y regional y a la incapacidad o el despropósito de las partes en conflicto de solucionar los problemas mediante negociaciones sin recurrir a las armas ni amenazas de usarlas.
Pero parece que a esos analistas se les están escapando algunos datos. Europa, sumida en el caos a causa de la crisis migrantoria, en teoría es la primera interesada en que acaben los conflictos en Oriente Medio. Pero aquí surge una paradoja: entre esos países que están interesados en que el conflicto se apague para que los migrantes dejen de fluir hacia sus países, hay algunos que echan gasolina al fuego al vender armas hacia esas regiones. Son los casos de Francia, Reino Unido y España. Quieren los millones del negocio de la venta de armas, pero no sus consecuencias: los refugiados.
El analista internacional, Adnan Ezzedine, considera que para acabar con el terrorismo en Oriente Medio, hay que acabar con el poder económico de Arabia Saudí, pues señala que Daesh y el Frente Al Nusra están financiados por el país árabe
