"El procesamiento de Julian Assange por actos asociados a menudo con la publicación de noticias de importancia pública, incluida información confidencial o clasificada, puede sentar un precedente peligroso para cualquier organización noticiosa", alertó este jueves la consejera general de HRW, Dinah PoKempner.
La asesora señaló que "la abierta hostilidad de la administración Trump hacia los 'medios de comunicación tradicionales' ha contribuido a crear un entorno cada vez más peligroso para el periodismo de investigación en todo el mundo".
La detención de Assange se hizo también "en el nombre de las autoridades de Estados Unidos" que presentaron este jueves una solicitud de extradición para juzgar al ciberactivista australiano por la presunta comisión de delitos de intrusión informática.
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El Departamento de Justicia de EEUU sostuvo en su imputación que los cargos que deberá enfrentar Assange conllevan una pena máxima de cinco años de prisión.
A la hora de decidir sobre la extradición de Assange a la justicia estadounidense, el Reino Unido también debería tomar en cuenta su estado físico y mental, así como las condiciones de detención a las que podría estar sujeto en EEUU en calidad de acusado de delitos contra seguridad nacional, instó la ONG.
"Existe un peligro real de que el caso Assange pueda convertirse en un modelo para los gobiernos que buscan castigar a los medios de comunicación por exponer evidencias de abusos", dijo PoKempner.
La consejera general de HRW recalcó que "el Gobierno de EEUU debe tener especial cuidado de no estirar conceptos como 'conspiración' de una manera que pueda criminalizar la recopilación de noticias a escala global y hacer que sea más difícil exponer información crítica, en particular sobre abusos contra los derechos humanos".
En su sitio web, la organización sostiene que no acepta fondos del gobierno de forma directa o indirecta, o apoyo de ningún donante privado que pudiera comprometer su objetividad e independencia.
Uno de sus mayores donantes, sin embargo, es el magnate financiero George Soros, patrocinador de varias fundaciones que aportaron dinero para las llamadas revoluciones de colores en diversos países.
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En 2010, Soros anunció una donación de 100 millones de dólares en el transcurso de 10 años para Human Rights Watch.