"Basta ya… el Gobierno (británico) debe despertar a la realidad", espetó la responsable laborista en Exteriores, Emily Thornberry.
"¿Pondrá fin ahora a la venta de armas a Arabia Saudí"?, preguntó a la jefa del Gobierno, Theresa May.
También los nacionalistas escoceses pidieron al Ejecutivo conservador "parar" las exportaciones de armamento al principal socio británico en Oriente Medio.
"Es hora de actuar", espetó Ian Blackford en la Cámara de los Comunes.
El canciller, Jeremy Hunt, mantuvo la posición cautelosa que ha adoptado desde la desaparición de Khashoggi tras entrar en el consulado saudí en Turquía el pasado 2 de octubre.
"El Gobierno condena este asesinato en los términos más duros posibles", declaró el ministro.
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"Hay una necesidad urgente de establecer qué pasó", añadió tras desechar por "no creíbles" las explicaciones dadas por el reino saudí hasta la fecha.
El canciller aludió a la "importante asociación estratégica" entre Reino Unido y Arabia Saudí en defensa, contraterrorismo y comercio.
"Hay mucho en juego con la gente aquí y, aunque compartimos el sentimiento de ira…, debemos esperar", respondió a Thornberry.
Los laboristas piden sanciones contra miembros del Gobierno y la administración saudí, una mayor presión en la ONU a favor de un alto el fuego en Yemen y la suspensión inmediata de la venta de armas a Riad.
Hunt rechazó las tres opciones y explicó que actuará en función de la respuesta de los mandatarios árabes que, según explicó, han de "convencernos de que continúan comprometidos con el proceso de reforma y renovación".