En julio pasado, la Cancillería de Israel comunicó que el país hebreo había evacuado de Siria a activistas de los Cascos Blancos junto con sus familias a petición de Estados Unidos, Canadá y países de Europa.
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Los medios israelíes publicaron en aquel entonces que, durante una operación nocturna, alrededor de 800 personas fueron trasladadas a Jordania a través de Israel.
"Pasados tres meses, todavía están allí; según nuestros datos, los países occidentales que prometieron a Jordania acoger esa gente (…) comenzaron a familiarizarse con los expedientes personales de esos 'cascos blancos' y se horrorizaron", dijo Lavrov en una entrevista con el canal televisivo Euronews.
Lavrov subrayó que los Cascos Blancos "no son para nada una organización caritativa y no trabajan por corazón, sino por salario".
La ONG, que ha tenido una gran notoriedad y un amplio apoyo de los países occidentales, afirma que su objetivo consiste en rescatar a la población civil en las zonas de conflicto, pero es acusada por las autoridades sirias de tener vínculos con grupos extremistas y hacer propaganda hostil.
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El Ministerio de Exteriores de Rusia ha calificado los Cascos Blancos como un elemento de una campaña de información destinada a difamar al Gobierno sirio.
El 14 de abril de 2018, Estados Unidos, Francia y el Reino Unido lanzaron misiles contra instalaciones sirias que, según afirmaron, Damasco utilizaba para fabricar armas químicas.
Antes del ataque, los países occidentales acusaron a Damasco de haber arrojado el 7 de abril un barril con gas tóxico sobre la ciudad siria de Duma, en Guta Oriental, basándose en las declaraciones de grupos de la oposición armada de Siria y ONG relacionadas, incluidos los Cascos Blancos.
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Las acusaciones se fundamentaban solo en los vídeos publicados por sitios web que apoyan a la oposición siria.
Tanto el Gobierno sirio como Rusia lo negaron, Moscú sostuvo que el supuesto ataque químico había sido un montaje.