"En la maravillosa guerra defensiva de 1967, hace 50 años, volvimos a la Ciudad Vieja de Jerusalén, volvimos a Judea y Samaria (nombre bíblico de Cisjordania), al valle del Jordán y al Golán. Volvimos a casa, a nuestra tierra ancestral. Estén seguros de que los lazos con nuestra, historia y nuestra identidad no volverán a cortarse", dijo Netanyahu.
El acto y el ambiente de celebración han provocado polémica en Israel y críticas de la izquierda, que no participó en la ceremonia y de los palestinos.
"Las celebraciones de colonos en nuestra tierra ocupada son algo inaceptable y constituyen una verdadera provocación", dijeron portavoces de la presidencia palestina.
Durante el acto, el ministro de Educación, Naftalí Bennett, líder del partido Hogar Judío, nacionalista y favorable a los asentamientos, pidió que Israel aplique su soberanía en Cisjordania, algo que la comunidad internacional rechaza de plano.
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A las puertas de la ceremonia, varias decenas de militantes de la ONG israelí antiocupación Peace Now (La Paz Ahora) protestaron por la realización de esta ceremonia y clamaron que "no hay nada que celebrar", ya que "los asentamientos están destruyendo a Israel".
Frente a ellos, decenas de colonos pedían a Netanyahu más valor para seguir defendiendo las colonias frente a la presión del mundo.
Para el derecho internacional, todas las colonias son ilegales y en los últimos años han sido consideradas uno de los grandes obstáculos para lograr un acuerdo de paz entre israelíes y palestinos. Según la ONU y las oenegés israelíes, hay alrededor de 350.000 colonos en Cisjordania y unos 250.000 en Jerusalén Este que viven junto a unos tres millones de palestinos.