"Hemos descubierto que Daesh no busca nuevos reclutas entre los pobres o maleducados. De hecho, es todo lo contrario", constató el ente en un informe publicado en su página web.
La información disponible incluía el país de residencia, la nacionalidad, el nivel de educación y la 'experiencia previa' con el yihadismo, así como el conocimiento de la ley islámica —la shariá—, entre otros datos.
Nivel de formación
"Uno de los descubrimientos más importantes es que esas personas [los reclutados] no son ni mucho menos analfabetas", constató el Banco Mundial, calificando el resultado como un "clarificación" del perfil de los radicales.
El informe subraya que los combatientes provenientes de África, el Sureste de Asia y el Oriente Medio suelen tener un nivel de formación superior al de sus compatriotas en sus países de origen.
Un 30% de los perfiles estudiados incluían también información acerca de las tareas 'preferidas' de los reclutas. Dentro de este grupo, vale la pena destacar que dos tareas sobresalen entre todas las variantes: la administración y… los ataques suicidas.
"La cantidad de solicitantes que piden realizar tareas administrativas, o bien ser elegidos como combatientes suicidas, aumenta con el nivel de educación", indica el informe.
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Al mismo tiempo, quienes buscan suicidarse son a menudo personas desempleadas y que además cuentan con experiencia militar en sus respectivos ejércitos.
En este sentido, un "número mayor de combatientes extranjeros de Daesh suele provenir" de naciones ricas, señala el informe.
¿Qué fomenta la radicalización?
Así, los autores recomiendan promover la inclusión económica y social para prevenir el aumento del radicalismo. Además, tales medidas ayudarían a mejorar la situación económica en las regiones afectadas, concluye el informe.