De acuerdo con el periódico turco Hurriyet Daily News, las autoridades turcas quieren construir la pared para protegerse de los presuntos ataques realizados por parte de las milicias kurdas que se encuentran acampadas a lo largo de la frontera turco-iraní.
"Para prevenir incidentes semejantes planeamos construir una pared de 70 kilómetros de largo en la frontera que comparten las provincias de Agri y Igdir con Irán y en el resto del territorio fronterizo levantar torres de vigilancia, una valla metálica con alambre de espino e instalar focos", dijo una fuente en el Gobierno de Turquía citada por el rotativo.
Hanizadeh se mostró convencido de que la seguridad del país otomano puede garantizarse solo mediante la unidad nacional de su pueblo y en ningún caso a través de la construcción de una pared.
"Los últimos sucesos en Turquía, especialmente la política interior aplicada por el presidente Recep Tayyip Erdogan, han provocado descontento y discrepancias dentro del país otomano. Al menos 20 millones de kurdos fueron desalojados de las regiones fronterizas y se quedaron privados de derechos nacionales y libertades sociales. Este factor puede causar perturbaciones y conflictos en la sociedad turca", dijo el experto.
"Irán es uno de los pocos países que son estables en Oriente Próximo y que goza de un alto nivel de seguridad. Precisamente el país persa ha desafiado al terrorismo y lucha constantemente contra este mal", subrayó el politólogo.
Por todo ello, el experto recordó que la ley internacional exige que cada país actúe en la frontera de forma colegiada con sus vecinos. Es decir, que Ankara debería no solo haber avisado a Teherán de sus planes, sino que además tendría que recibir el consentimiento de las autoridades persas para tirarlos adelante.