No en vano, empresas como Disney gastan grandes sumas de dinero en especialistas y consultores. Es allí cuando todo se complica y surge la gran pregunta: ¿Por qué el empeño de atemorizar a los niños?
Rastrear la causa
El primer incidente ocurrió en el 2017, durante una breve estancia en La Habana, Cuba. Miranda, mi hija mayor se despierta intranquila, me confiesa que "no puede dejar de pensar en 'Otra semana en Cartoon'", un pequeño micro animado de la conocida cadena de contenido infantil, que estuvo viendo durante unos cuantos días.
La pequeña crónica podría ser la de cualquier padre que ha tenido que enfrentarse a los terrores nocturnos de sus hijos, en especial a aquellos que son producto de la exposición a cierto contenido de la televisión e internet. Sin embargo, me hizo encender las alarmas sobre un fenómeno que aunque no es nuevo, si cobra mayor repercusión vista la omnipresencia de contenidos audiovisuales a los que los que millones de niños están expuestos vía las nuevas tecnologías de información.
Políticas de miedo
No obstante, no se trata de un fenómeno que compete exclusivamente a la infancia. El miedo, afirma Joanna Bourke, podría estar convirtiéndose en el signo de nuestro tiempo. "Hoy tenemos tanto miedo como en la Edad Media y más que en el siglo XIX" sostiene la historiadora neozelandesa.
Le puede interesar: ¿Qué significa 'Aporofobia'? La palabra del año para la Fundéu
Para Bourke existe una exacerbación del miedo como mecanismo de control, específicamente desde los ataques terroristas del 11 de septiembre. A su juicio, hay Gobiernos como los de Estados Unidos y Reino Unido que han promovido la paranoia colectiva, para desarrollar toda suerte de políticas de orden social.
"La gente tiene mucho miedo, vivimos en un mundo sobrecargado de peligros: la alimentación, el cáncer, el cambio climático… estamos sobreexpuestos a información que produce miedo", puntualiza.
Lea más: Cinco cosas que no sabes sobre el miedo
Los medios masivos de difusión son tremendamente responsables de esta escalada de temor.
Desde la llegada de los 'Reality Shows', afirma el documental, la mayoría de las cadenas comerciales se apalancaron en "la humillación, la violencia y la crueldad para crear programas cada vez más extremos".
Disney, una historia de terror
Si prestamos un mínimo de atención a los contenidos hechos por Disney para los niños y adolescentes, podríamos determinar un patrón. Una especie de receta que parece convertirse en las características distintivas bajo las cuales funcionan los mecanismos que disparan la ansiedad y el miedo:
1) 99% drama y un 1% de felicidad
Los 'finales felices' tienen una razón. Es necesario un pequeño oasis que permita no irse con una idea negativa de la película. Tomemos el caso de 'Frozen', por solo citar un pequeño ejemplo.
Desde que inicia la película, el espectador infantil está sometido a tragedia, tras tragedia. Las emociones asociadas a la tristeza y a la angustia, transitan a lo largo de la cinta sin dar un minuto de descanso. Es en el último tramo donde se hace una reivindicación de la heroína y se castiga al personaje antagonista. Por supuesto, este momento no dura más de cinco minutos en un largometraje de casi dos horas. Una estructura que se repite una y otra vez, en cada producción de la transnacional del entretenimiento.
2) ¡Mata a la madre!
Para Don Hahn, alto directivo de Disney, existen dos razones que justifican que los protagonistas casi nunca tengan madres (o que las mismas deban morir al inicio de la película).
La segunda razón es que el propio Walt Disney se sentía culpable de la muerte de su madre, ocurrida en un accidente doméstico. "Hay una teoría, y no soy psicólogo, pero estaba realmente atormentado por eso", confiesa Hahn. Este hecho al parecer determinaría la propensión del creador del emporio mediático para prescindir de las madres dentro de sus producciones.
Según una investigación de la Universidad de Búfalo, el que los niños observen "estas escenas perturbadoras es una parte importante del inicio de las conversaciones sobre la muerte". Un buen uso dado al "principio de la autoridad", para que la infancia siga siendo sometida a las devastadoras escenas, claro está, por su propio bien y con el aval de la sacrosanta ciencia.

3) La obsesión por los cuernos
Y no, no hablamos de la famosa fiesta de la Baronesa Rothschild que ha abonado tanto centimetraje dentro de los blogs y canales de Youtube dedicados a la teoría de conspiración.
Desde el nada inocente film 'Fantasía' hasta 'Maléfica', el universo Disney recurre constantemente al uso de los cuernos como elemento simbólico.

Pongamos por caso, la nueva serie 'Project Mc2', transmitido por Netflix, cuya indumentaria al mejor estilo de la película 'Ojos bien cerrados' de Kubrick, y sí, para qué negarlo, también de la comentada celebración de la Baronesa Rothschild, nos hace pensar que hay demasiadas similitudes como para que el uso de los cuernos sea simplemente catalogado como un azaroso y descuidado elemento decorativo.


4) ¿Culto a la muerte? Los zombies, vampiros y posesiones demoniacas
"Los muertos vivientes están de moda" podría decir las grandes cadenas comerciales. Pero ¿quién determina el gusto social o la moda? Pierre Bourdieu tiene la respuesta: esa misma industria cultural.

Si vemos por ejemplo la serie 'Acampados', de las que hablamos al principio, solo tenemos que apreciar el título de algunos de sus capítulos para preguntarnos si son aptas para niños de siete años en adelante. Ellos lo saben, y supongo que llevados por la previsión jurídica de evitar demandas, sugieren al principio de uno de sus capítulos emblemáticos, "Presos de la niebla", ver las imágenes en compañía de un adulto. Como si eso fuese el antídoto para algo llamado 'memoria' y 'trastorno de estrés postraumático'.

Por otro lado, otra serie, catalogada como apta para TODO público, 'Pequeño Pony: Equestria Girl', muestra constantes transformaciones de los personajes en figuras demoniacas. Justo lo que los niños deben ver antes de apagar las luces e irse a dormir.

5) ¿Quién es el bueno y quién es el malo?
Aceptémoslo, la realidad no es dicotómica. Sin embargo, cuando hablamos de la formación infantil, se debe ser muy cuidadoso a la hora de trazar líneas.
Este mecanismo ha sido un objetivo permanente, contrabandeado hasta la saciedad por la industria del cine bélico en películas como 'El francotirador' ('American Sniper', en inglés) y 'En tierra hostil' ('Hurt Locker', en inglés) que son usadas para lavar la cara de quienes asesinan civiles inocentes (llamados por Estados Unidos daños colaterales alrededor del mundo), queriendo hacerlos pasar como "gente que solo cumple con su deber" o "que bombardea y asesina" solo en nombre de un bien superior: la libertad y la democracia.

¿Mini Doctrina del Shock?
La investigadora Naomi Klein, en su 'Doctrina del Shock' devela los mecanismos que Estados Unidos utiliza para lograr el control político y militar del mundo. Una operación que implica un serie sucesiva de choques (golpes de Estado, terror, medidas económicas e intervenciones militares) con el fin de controlar a la población a través de borrar "las mentes y los cuerpos de las personas y volviéndolos a crear desde cero".
Steve Jobs, el fundador de Apple, confesó en una entrevista que no permitía que sus hijos usaran el iPad, porque "lo consideraba muy peligroso para ellos". El ejemplo fue seguido por muchos capitanes de la industria tecnológica, quienes querían que sus seres más queridos estuviesen protegidos de los males que sí afrontarían los hijos de sus consumidores (problemas oculares, adicción al dispositivo, contenido pornográfico y/o violento).
Lea también: El cofundador de Apple cuenta qué tecnologías están condenadas a morir
¿Pensarán al igual que Jobs, los grandes dueños de empresas como Disney? ¿Permitirán que sus hijos pasen su tiempo expuestos a los contenidos terroríficos que distribuyen para el resto de la población? Posiblemente no. Entonces, si ellos no lo hacen ¿Por qué usted sí?
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK