El Gobierno está en la "ridícula posición de proceder a aceptar enmiendas del ERG que contradicen directamente el acuerdo de Chequers", denunció el responsable laborista en comercio Internacional, Barry Gardiner, al inicio del debate en la Cámara Baja de Westminster.
Las cuatro reformas restringirán la capacidad de maniobra del equipo británico en la negociación con Bruselas sobre la futura relación con la UE, según advierten los euroescépticos moderados y europeístas.
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O, como afirmó Gardiner en los Comunes, encaminan al Reino Unido "contra las rocas del 'no acuerdo' en el Brexit.
Para los radicales, las reformas impuestas este 16 de julio tratan de "clarificar la política gubernamental" en aduanas e independencia fiscal.
Tres enmiendas se ajustan a las líneas rojas de May que ha prometido no entrar en "una unión aduanera" con el bloque de los 27 ni diferenciar a Irlanda del Norte del resto del país en cuestiones comerciales y de tránsito con la UE.
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Pero el Gobierno ha aceptado el principio de reciprocidad en la administración de aranceles en todos los puestos fronterizos que se descarta expresamente en el 'Libro Blanco del Brexit'.
"La única razón por la que el Gobierno ha aceptado estas enmiendas es porque tiene miedo de unos 40 diputados: los 'brexiteros' duros del 'no acuerdo'", protestó la diputada conservadora Anna Soubry en los Comunes.
La claudicación ante el ERG supone el fracaso de la posición británica sobre la futura relación, sin dar tiempo de que la UE se pronuncie sobre su contenido, según coinciden en pronosticar varios analistas británicos.