Juegos no olímpicos
La decisión definitiva se tomará el próximo 9 de diciembre. Los deportistas rusos podrían ser excluidos de los Juegos Olímpicos de Tokio del año que viene y de los de China de 2022, como ya lo fueron de los juegos de invierno de 2018.
"El deporte ruso podría afrontar una larga suspensión", titula a una de sus crónicas la edición en español de Euronews.
Sería una verdadera tragedia para centenares, para los mejores deportistas rusos. Pero a algunos incluso eso aún les parece poco…
El jefe antidopaje de Estados Unidos, Travis Tygart, instó a la Agencia Mundial Antidopaje a no permitir que ningún atleta ruso asista a los Juegos Olímpicos de 2020, incluso bajo una bandera neutral.
Pues, aquí tenemos la respuesta a la pregunta de dónde sopla el viento. Una ansia de sangre sin precedentes y parece que EEUU en este sentido está dispuesto a ir hasta el final…
"El patrón del antidopaje USA pide la exclusión de todos los rusos en Tokio'2020", titula a una de sus crónicas la página web mundodeprtivo.com.
La pregunta clave aquí es cuál es la causa que justificaría semejantes sanciones tan crueles. La respuesta, la encontramos en el mismo artículo del Mundo Deportrivo, así como en otros tantos.
Hay varias preguntas sin respuesta aquí. ¿Qué significa "habría eliminado"? ¿Es una hipótesis? ¿Una versión? ¿Tienen pruebas?
¿Y cómo saben que son "cientos" de resultados en este caso?
Supongo que es algo como "altamente probable", una fórmula perfecta para justificar cualquier acusación y cualquier sanción contra Rusia. Una fórmula inventada por el Reino Unido y que cada vez tiene mayor difusión en Europa y EEUU.
El ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, declaró esta semana que la recomendación emitida por el Comité de Revisión de Cumplimiento de la Agencia Mundial Antidopaje forma parte de la política antirrusa de Occidente que siempre busca pretextos para acusar a Moscú.
Las declaraciones de Lavrov fueron recogidas por la edición en español de RT.
"Cuantas más decisiones de esta índole haya, mejor será para su argumentación antirrusa". Parece totalmente acertada esta conclusión a juzgar por los que estamos viendo últimamente en los medios de comunicación internacionales.
La verdad es que estamos viendo versiones y acusaciones más absurdas, increíbles… Y totalmente infundadas. Un buen ejemplo en este sentido es la reciente historia publicada por El País que ha descubierto a un nuevo superagente ruso en Cataluña, en comparación con el cual el famoso James Bond, el llamado 007, parece un alumno de primaria.
No se trata de una farsa, ni una anécdota. La historia está basada en hechos reales.
A continuación y a instancias de esa veterana editora la autora del artículo da con una "jugosa entrevista" economista sueco en YouTube, Anders Auslund. Y se entera de que, estoy citando, que "la fortuna del presidente ruso oscila entre los 100.000 y los 160.000 millones de dólares, que guarda en 20 o 30 empresas fantasma en el extranjero".
También se entera a través de YouTube de que "las potencias occidentales que podrían denunciar se abstienen porque están gobernadas por cleptócratas. El club de los cleptócratas vive para asegurar su supervivencia".
Y la conclusión que saca: "Vuelvo a pensar en mi amigo y en aquella conversación en la cafetería del céntrico hotel barcelonés. No era un ataque de paranoia, sino de lucidez. No saben cómo me alegra tener amigos más listos que yo".
Cuesta creer que toda esta historia no es una broma o una farsa.
Pero el esquema es el mismo: una entrevista en YouTube cambia la percepción de Rusia por parte de la autora y le hace creer en que efectivamente la culpa de todo es de los rusos.
Es extraño escuchar a estas alturas una voz sana y normal que se atreva a llamar paranoia lo que realmente es una verdadera paranoia. Más aún, me sorprende leer semejante carta en el mismo medio que publica un artículo titulado en serio "La culpa de todo es de los rusos".
Desgraciadamente, hay muy pocas voces como esta que consiguen llegar a las pantallas y a las páginas de los medios internacionales. Desde el punto de vista humano estoy de acuerdo en que crear odio no lleva a ninguna parte. Pero desde el punto de vista de la política nacional e internacional de nuestros tiempos parece que sí que tiene sentido.
Pero a pesar de que desde ese enfoque crear odio sí tiene sentido a corto plazo, inevitablemente lleva a un callejón sin salida a largo plazo. Y parece que cada vez estamos más cerca de tocar el fondo…