La historia de la 'Trituradora', la asesina de niños que aterrorizó la CDMX

La colonia Roma de la Ciudad de México es uno de los barrios más icónicos de la capital del país, protagonista de episodios clave de la historia nacional. Estuvo vinculada a un cirquero y fue albergue de la Dirección Federal de Seguridad (DFS), entre otras cosas.

"La Colonia Roma es una de las zonas de la ciudad con mayor número de edificaciones patrimoniales, con más de 1.500 inmuebles relevantes", explica un artículo de divulgación de la alcaldía Cuauhtémoc, la demarcación en la que se encuentra este barrio.

También es famosa porque albergó a los poetas estadounidenses de la llamada generación beat, como Jack Kerouac, Allen Ginsberg y William Burroughs, además de ser asunto central de la novela Las batallas en el desierto, de José Emilio Pacheco.

No obstante esta trayectoria cultural rica, no sólo ha sido escenario de episodios luminosos, sino también de algunas de las historias más siniestras de la historia criminal de México.

Es el caso de Felícitas Sánchez Aguillón, conocida como La ogresa de la Colonia Roma, la Espantacigüeñas o la Trituradora de angelitos por su afición de asesinar bebés.

Nacida en Veracruz en la última década del siglo XIX, esta mujer era enfermera y partera, condición que aprovechaba para acercarse a sus víctimas.

Operativa durante la década de 1930, se le atribuye el asesinato de alrededor de 50 menores de edad. En su natal Veracruz tuvo dos hijas, a las cuales vendió ante las dificultades económicas a las que se enfrentaba.

Hacia 1910, año del estallido de la Revolución mexicana contra el gobierno de Porfirio Díaz, migró a la capital del país. En la colonia Roma habitó el número 9 de la calle Salamanca, donde perpetró varios de sus crímenes.

Sánchez Aguillón empleó sus conocimientos médicos y de partería para aplicar abortos clandestinos, lo que le ganó presencia entre mujeres adineradas. Este oficio le permitió traficar con menores y la condujo al asesinato de infantes.

La mujer ejercía actos de tortura contra los menores a su cargo, para luego asesinarlos por asfixia, envenenamiento, apuñalamiento o inmolación. A los cadáveres los descuartizaba y tiraba los restos a las alcantarillas o en basureros, o bien los incineraba.

En 1941 fueron encontrados restos humanos en el sistema de tuberías del inmueble de Salamanca 9, incluido el cráneo de un menor, lo que llevó a la captura de la agresora.

A pesar de su culpabilidad, aparentemente Sánchez Aguillón aplicó interrupciones irregulares del embarazo entre mujeres poderosas del círculo político, por lo que esa información fue utilizada para negociar su liberación de la cárcel, que consiguió en el mismo año de su detención, 1941.

El 16 de junio de 1941, no obstante, se suicidó y dejó tres cartas, dos para sus representantes legales y otra más para su pareja sentimental.