Lukashenko descarta expulsión de diplomáticos en la nueva escalada de tensiones con la UE

MINSK (Sputnik) — El presidente de Bielorrusia, Alexandr Lukashenko, desestimó la expulsión de diplomáticos de la Unión Europea ante el nuevo paquete de sanciones que Bruselas impuso al país.

"No vamos a expulsar a nadie. Nuestra respuesta será de acuerdo con las normas internacionales", señaló el mandatario en declaraciones recogidas por la agencia Belta.

Lukashenko encomendó al Gobierno que tome medidas para evitar el impacto de las sanciones occidentales en los bielorrusos.

"No importa cuáles sean las sanciones, no importa cómo nos presionen, y qué intenten hacer con nosotros, debemos tomar medidas para que la población no sienta el efecto de estas sanciones", dijo Lukashenko.

Además, dado que la economía del país "se enfrenta a una presión exterior sin precedentes en escala y profundidad" el líder bielorruso pidió analizar los pasos que ya fueron tomados en respuesta a las sanciones de los países occidentales.

Los países occidentales comenzaron a imponer sanciones contra Bielorrusia tras las elecciones presidenciales de agosto de 2020, que otorgaron el sexto mandato consecutivo a Lukashenko y dieron origen a varios meses de protestas en el país.

Las relaciones entre la UE y Bielorrusia volvieron a agravarse el 2 de diciembre después de que el bloque de 27 países formalizara sus restricciones contra Minsk al que responsabiliza de la llegada de miles de refugiados de Oriente Medio y África a la frontera de Polonia, la nueva ruta terrestre de los solicitantes de asilo que buscan entrar en la Unión Europea.

Bielorrusia acusa de la crisis migratoria a las mafias europeas que operan desde Alemania, Polonia y otros países de la UE que cobran a los refugiados para llevarlos a Europa.

La UE teme que se repita la crisis migratoria de 2015 cuando cientos de miles de refugiados llegaron a Europa, en su mayoría procedentes de Siria, aunque también de Afganistán, Irak y otros países.

Bruselas tuvo que firmar en marzo de 2016 un acuerdo con Turquía para controlar los flujos migratorios, asignando fondos al país otomano para readmitir a los refugiados que buscaban entrar por Grecia.