En esta fecha, las lencerías ponen toda su mercadería sensual en las vidrieras. Los hoteles (o moteles) realizan reservas con anticipación y venden pequeñas 'lunas de miel' para los enamorados. Si se quiere organizar una cena romántica, conseguir una mesa para dos en un buen restorán es una tarea que requiere cierta planificación.
Originalmente una costumbre de los países anglosajones, como otras fiestas populares gana terreno en América Latina. Pero, ¿cómo la fiesta de un santo —una figura vinculada con la religión— terminó siendo un día para reavivar la pasión carnal? Es todo una historia de historia, creencias, literatura y hasta de clima. Claro está, luego se sumó el negocio.
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Hace falta remontarse primero al Martirologio Romano, el catálogo con la historia de todos los santos observados por la Iglesia católica. Según el sitio Vatican News, a falta de un Valentín, para el 14 de febrero figuran dos canonizados en el santoral oficial, ambos vinculados de una u otra manera con el amor.
Uno de ellos es San Valentín Mártir, un sacerdote cristiano de la Roma antigua (aproximadamente en el 270 d.C.). Esta figura fue perseguida a capa y espada por el emperador Claudio 'El Gótico', incómodo por la reputación de sanador que se había ganado el presbítero, autor —según se decía— de varios milagros.
Claudio 'El Gótico' no pudo con la solidez del vínculo de Valentín con sus creencias y pidió a Asterio, un noble romano, que lo hiciera reflexionar. El santo, sin embargo, curó la ceguera de la hija de Asterio. El milagro, lejos de alejar al santo del dios cristiano, causó la conversión del noble y su familia.
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Furioso, el emperador mandó matar a Valentín en la segunda milla de la via Flaminia. En ese sitio se construyó una iglesia para recordar al decapitado. Hoy en día, en la Roma moderna, se conservan las catacumbas de esa construcción, y existen algunas ruinas.
En cambio, Valentín de Terni le propuso rezar. La historia cristiana cuenta que el joven enfermo curó. Así, la familia de Cratón y otros discípulos se convirtieron al cristianismo. Uno de ellos fue Abondio, hijo de Furioso Plácido, prefecto de Roma en aquel entonces (346-347 d.C.). Al funcionario no le gustó el efecto de la prédica de Valentín, por lo cual lo mandó matar.
"Demasiadas similitudes, en especial el lugar de la tortura y el entierro, unen la historia del Valentín romano con la del Valentín terniano, como para no sospechar que en realidad se trata de un solo mártir: en ambos casos se cuenta un valiente testimonio de fe, una curación milagrosa que causa conversiones, y un martirio por decapitación en la vía Flaminia", precisa el sitio Vatican News.
Sin embargo, esta historia cobró con los siglos trascendencia gracias a los monjes benedictinos. En el Medioevo, los monjes benedictinos que custodiaban la basílica de Terni, la ciudad original del 'segundo' Valentín, propagaron su culto.
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"A mediados de febrero, de hecho, la naturaleza comienza a despertar de la hibernación del invierno, por lo que San Valentín se convirtió en el santo que anunciaba la inminente primavera, y no por casualidad a veces se representa con el sol en la mano", concluye la nota de Vatican News, el periódico oficial de la Ciudad del Vaticano.
Quizás el hecho de que el vínculo entre Valentín y los enamorados creciera en el norte de Europa haya ayudado a que se expandiese sobre todo en los países anglosajones. Y luego, por los flujos de la globalización, adquiriese un reconocimiento mundial. Tú, ¿qué opinas? ¿Celebras San Valentín o deseas escapar de esta fiesta? ¡No te olvides de opinar en nuestra sección de comentarios?