Los novios iban vestidos de uniforme con camuflaje, unos para ahorrar, otros para rendir tributo a la situación que se vive en el país y los terceros porque acaban de llegar de un campo de batalla y están preparados para regresar en cualquier momento.
"Al organizar esta fiesta quisimos mostrar que la vida continúa, pero llevamos nuestros uniformes de campo para poder volver a nuestras posiciones en cualquier momento, luciremos el traje civil cuando termine la guerra en Siria", dijo uno de los novios, Omar Hadjar.
Resuena la música oriental, peatones y automovilistas saludan el cortejo con gritos de alegría, aplausos y bocinazos.
"Tal fiesta era imposible mientras se libraba guerra en Alepo, pero ahora estoy junto a mi novio y es el día más feliz de mi vida", confesó Fatima al Zahra.
Los desposados se retratan teniendo por fondo la antigua ciudadela de Alepo creyendo que su matrimonio será fuerte como esta fortaleza construida en el siglo IX, que fue asaltada por los Cruzados y las huestes de Tamerlán, pero sigue en pie y está incluida en la lista del Patrimonio Mundial de la Unesco.