Los primeros 16 años del siglo XXI están caracterizados por rápidos e inesperados cambios en la situación geopolítica en el mundo y especialmente en Oriente Próximo. Nadie hace un año hubiera podido predecir que llegaría un momento cuando Rusia, Irán, China e inclusive Turquía tratarían de unir sus fuerzas en Siria para proteger sus propios intereses en cuanto a la seguridad nacional y a la vez contener el avance norteamericano en la región.
Por supuesto que nadie se atreve a pronosticar la duración de las nuevas alianzas en Oriente Próximo y su efectividad, inclusive a corto plazo. El mismo hecho de que el presidente turco Recep Tayyip Erdogan, hasta hace poco incondicional aliado de Washington, se haya encontrado con Vladímir Putin el pasado 9 de agosto en San Petersburgo para normalizar las relaciones entre ambos países, dice mucho. Soplan vientos nuevos en la región que favorecen a la formación de nuevas alianzas como un contrapeso al poderío norteamericano y sus aliados de la OTAN. Irán, que en los últimos 20 años, a pesar de las sanciones y presiones de Washington, no quitaba sus ojos y la esperanza de un nuevo acercamiento a Norteamérica, también decidió aproximarse a Rusia desde el punto de vista netamente pragmático, basado principalmente en los intereses de su propia seguridad nacional.
Viendo el acercamiento de Irán y Turquía a Rusia, el expresidente de Yemen, Abdullah Saleh, cuyo partido formó el Consejo Político que controla tres cuartas partes del territorio del país, declaró recientemente que "nosotros ofrecemos a la Federación Rusa todos nuestros aeropuertos y puertos para la lucha contra el terrorismo".
Lo interesante es que Abdullah Saleh era un aliado incondicional norteamericano hasta el 2011, cuando Washington lanzó la 'primavera árabe' en Yemen, Libia y Egipto. La oferta de Saleh vino 48 horas después de que el Pentágono anunciara el retorno del personal militar de Arabia Saudí, donde los especialistas norteamericanos estaban coordinando y dirigiendo los ataques aéreos saudíes contra Yemen. Más de 6.500 mujeres, niños y ancianos perecieron durante 16 meses de guerra contra los seguidores del expresidente de Yemen, y a la vez, esta guerra está arruinando la economía saudí, debido a que le cuesta a Riad —la capital saudí— unos 200 millones de dólares al día, llegando a un gasto total de unos 100.000 millones de dólares.
Así es la dinámica geopolítica en Oriente Próximo. Hace dos semanas, Turquía suministraba armas a los yihadistas de Daesh y al antiguo al Nusra, con el consentimiento de la Casa Blanca. Hoy día, los militares turcos lanzaron 200 proyectiles contra las posiciones de Daesh en la ciudad siria de Yarabulus. El mes pasado, los yihadistas del antiguo Frente al Nusra en Siria pasaron a ser considerados por los norteamericanos como terroristas, pero después de que al Nusra decidiera cambiar su nombre por el de Frente de la Conquista del Levante —Frente Fatah al Sham—, el departamento de Estado norteamericano decidió que los yihadistas del 'nuevo' Frente ahora son opositores "moderados".
Con amigos y aliados de este tipo, Rusia debe tener mucho cuidado pues según el escritor ruso Eduard Limónov, "con este tipo de aliados, no necesitamos enemigos".
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK
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