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"Es una mala televisión muy bien empaquetada": el éxito de los 'reality show' en España
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"Cinco parejas en crisis viajan hasta un enclave de lujo para poner a prueba la fortaleza de su relación. Separados en dos casas, deberán convivir con un grupo
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"Cinco parejas en crisis viajan hasta un enclave de lujo para poner a prueba la fortaleza de su relación. Separados en dos casas, deberán convivir con un grupo de solteros y solteras que les pondrán a prueba diariamente". Ese es el resumen de un reality show que desde su estreno en enero de 2020 y en las tres temporadas que lleva, ha batido récord de audiencia en España con más de tres millones de espectadores.Pero su éxito no solo se mide entre quienes semana a semana sintonizan el programa, sino en el impacto que tiene entre los ciudadanos. Lo que ocurre en La isla de las tentaciones no queda ahí, sino que se comenta en redes sociales, en los principales medios de comunicación e incluso en las conversaciones entre amigos y familiares.Pero ¿por qué genera tanta atención la vida de cinco parejas y de quienes los intentan seducir para que sean infieles?, ¿por qué los llamados programas de telerrealidad abundan y son tan exitosos en España?"Este fenómeno empezó en España con Gran Hermano [año 2000], ya llevaba funcionando en otros países, pero, de hecho, nosotros nos convertimos en uno de los países donde más duró este formato", explica Mariola Cubells, periodista española que se ha dedicado a investigar, analizar y escribir sobre el mundo de la televisión. Es autora de varios libros sobre este tema, como ¡Mírame tonto!, Mentiras en directo y La historia secreta de los telediarios.El Gran Hermano se paralizó en 2019 tras el escándalo que suscitó el abuso sexual a una de las concursantes durante el programa y tras la divulgación de un vídeo en el que se ve cómo los productores del programa graban a la víctima mientras le enseñan las imágenes de la agresión sin apoyo psicológico, un hecho que provocó que la joven entrara en una crisis de nervios, y que luego el caso llegara a la Justicia."Crearon un espectador"Pero la caída en desgracia del Gran Hermano no evitó que este tipo de reality show se siguieran produciendo, como es el caso de Supervivientes o La isla de las tentaciones."Estos programas se hacen porque están muy testeados ya y se sabe que este tipo de formatos funcionan. A esa cadena en concreto, Telecinco, le ha funcionado desde el primer día. Ya te digo, crearon esa especie de necesidad con Gran Hermano, crearon a un espectador que no existía, crearon una mirada, fomentaron esa mirada, fomentaron ese relato y entonces ese relato está muy presente en la retina del espectador español. Sobre todo, en ese segmento y en esa televisión. Luego, han utilizado muy bien las redes y han conseguido que se hable de ellos en formatos y lugares donde este tipo de formatos no tendría cabida"."En eso Mediaset es una cadena que sabe muy bien hacer su trabajo porque consigue poner en bucle, salpicar y colonizar toda la parrilla de la cadena con esa información. Ese es uno de los motivos por los que funciona. El programa [La isla de las tentaciones] no solo tiene ese horario de emisión, sino que está permanentemente en toda la cadena y todos los portales digitales y en buena parte de medios de comunicación que no son estrictamente televisivos. Han convertido a los participantes en personajes casi casi reales, como si no supiéramos que en la tele todo está más o menos guionizado y llevado", apunta Cubells.Además, Cubells resalta que en este tipo de programas nada es casual."De hecho, hay ejemplos de gente que ha participado en realitys y después participa en un Sálvame [programa que se dedicada a la llamada prensa de corazón], hace una portada, se convierte en un personaje y su vida empieza a interesar en determinados lugares", destaca Cubells.El bucleOtro de los aspectos más curiosos de este tipo de programas es que son muchos los medios de comunicación españoles que convierten en noticia lo que sucede en este programa. El vídeo de Isaac y Lucía dando rienda suelta a su pasión, Lucía estalla al ver las imágenes de Manuel, Lo que no se vio de la ardiente noche de Carlos, Lola y Lucía, Raúl se derrumba tras saber que Toni está en la habitación de Claudia, Se filtra un vídeo de Lola manteniendo sexo en la piscina, Me ha puesto un poquito cachonda: sube la temperatura entre Lucía e Isaac, son algunos de los titulares con los que cualquiera se puede encontrar después de cada emisión de La isla de las tentaciones, unos episodios en donde abunda la infidelidad, la competencia desleal, la promiscuidad, la envidia, el sexismo y la superficialidad. "Yo sí que creo que la tele lanza mensajes. Insisto, no es una cuestión de ponernos moralistas, es sota, caballo, rey. Es decir, este programa es un programa sexista, teatralizado y tiene todos los ingredientes para que pueda llegar a un grupo de población para que se lo tome en un sentido literal y pueda llegar a otro grupo de población que se lo tome a cachondeo, que a mí me preocupa la población que se lo toma en sentido literal. No me preocupa tanto la promiscuidad como el hecho del mensaje que manda sobre cómo se establecen las relaciones personales, qué importancia tiene la lealtad, la fidelidad. Yo creo que siguen siendo dañinos ese tipo de mensajes, sobre todo porque ahora mismo están en todas partes, es un programa, insisto, que ha contaminado el resto de la programación de esa tele y forma parte, además, de la conversación colectiva", lamenta Cubells.Según un informe elaborado por Dos30 sobre datos de Kantar Media, el éxito de La isla de las tentaciones se da especialmente entre los jóvenes de entre 13 y 24 años, donde alcanza un 45,5% de la cuota de pantalla, luego entre los adultos de entre 45 y 64 años. El éxito entre adultos jóvenes entre 25 y 44 años alcanza un 31%. Dependiendo del sexo, son más las mujeres que lo ven, y de acuerdo con su posición económica acumula más espectadores en la clase media-alta (con 1.400.000 espectadores), mientras que en la baja (1.039.000) y en la alta (821.000)."Son formatos con los que te quedas obnubilado, en una mezcla de estupor y de sorpresa porque dices 'no está pasando esto', 'no han puesto a cinco tíos allí para que esta tía … no, esto no está pasando', y sí, sí está pasando. Son formatos muy fáciles de ver, yo siempre lo digo, que están hechos prácticamente en laboratorio para que tú estés ahí y te pegues a la pantalla. Es muy difícil abstraerte porque tienen mucha fuerza en ese sentido. Van dirigidos, y en esto la tele es una experta, a los impulsos más primarios que todos tenemos", alerta Cubells."El espectador puede tener la culpa por verlo, pero la tele tiene el dolo. Porque pedirle a la gente: no, no lo veas, sé fuerte...". Y mientras cada semana muchos esperan un nuevo episodio de La isla de las tentaciones para saber qué pasó con Isaac, con Lola o Marina, también son muchos los que se preguntan qué impacto tendrá en la sociedad, especialmente entre los más jóvenes, la proliferación de estos formatos que genera millonarios beneficios económicos para unos pocos y ningún aporte para formar una mejor ciudadanía."Yo hablo de buena o mala televisión. Para mí es mala televisión porque a mí me gusta que la tele contribuya al bien común y desde luego que se puede contribuir desde el entretenimiento, sin ambages, sin darle la vuelta, sin dobles sentidos y sin más intenciones que el puro entretenimiento. Yo en eso soy muy partidaria. Entonces yo sí que lo califico de mala televisión, para mí es mala televisión. Es una mala televisión que está muy bien hecha, es una mala televisión muy bien empaquetada, pero es mala televisión en cuanto a contenidos porque en la tele lo importante no es el soporte, sino lo que tú metes en esa televisión. Entonces a mí me parece que el programa tiene todo para ser calificado de malvado, además", concluye Cubells.
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"Cinco parejas en crisis viajan hasta un enclave de lujo para poner a prueba la fortaleza de su relación. Separados en dos casas, deberán convivir con un grupo de solteros y solteras que les pondrán a prueba diariamente". Ese es el resumen de un reality show que desde su estreno en enero de 2020 y en las tres temporadas que lleva, ha batido récord de audiencia en España con más de tres millones de espectadores.
Pero su éxito no solo se mide entre quienes semana a semana sintonizan el programa, sino en el impacto que tiene entre los ciudadanos. Lo que ocurre en La isla de las tentaciones no queda ahí, sino que se comenta en redes sociales, en los principales medios de comunicación e incluso en las conversaciones entre amigos y familiares.
2 de noviembre 2016, 23:30 GMT
Pero ¿por qué genera tanta atención la vida de cinco parejas y de quienes los intentan seducir para que sean infieles?, ¿por qué los llamados programas de telerrealidad abundan y son tan exitosos en España?
"Este fenómeno empezó en España con
Gran Hermano [año 2000], ya llevaba funcionando en
otros países, pero, de hecho, nosotros nos convertimos en uno de los países donde más duró este formato", explica Mariola Cubells, periodista española que se ha dedicado a investigar, analizar y escribir sobre el
mundo de la televisión. Es autora de varios libros sobre este tema, como
¡Mírame tonto!,
Mentiras en directo y
La historia secreta de los telediarios.
El Gran Hermano se paralizó en 2019 tras el escándalo que suscitó el abuso sexual a una de las concursantes durante el programa y tras la divulgación de un vídeo en el que se ve cómo los productores del programa graban a la víctima mientras le enseñan las imágenes de la agresión sin apoyo psicológico, un hecho que provocó que la joven entrara en una crisis de nervios, y que luego el caso llegara a la Justicia.
Pero la caída en desgracia del Gran Hermano no evitó que este tipo de reality show se siguieran produciendo, como es el caso de Supervivientes o La isla de las tentaciones.
"Estos programas se hacen porque están muy testeados ya y se sabe que este tipo de formatos funcionan. A esa cadena en concreto, Telecinco, le ha funcionado desde el primer día. Ya te digo, crearon esa especie de necesidad con Gran Hermano, crearon a un espectador que no existía, crearon una mirada, fomentaron esa mirada, fomentaron ese relato y entonces ese relato está muy presente en la retina del espectador español. Sobre todo, en ese segmento y en esa televisión. Luego, han utilizado muy bien las redes y han conseguido que se hable de ellos en formatos y lugares donde este tipo de formatos no tendría cabida".
17 de septiembre 2019, 14:50 GMT
"En eso Mediaset es una cadena que sabe muy bien hacer su trabajo porque consigue poner en bucle, salpicar y colonizar toda la parrilla de la cadena con esa información. Ese es uno de los motivos por los que funciona. El programa [La isla de las tentaciones] no solo tiene ese horario de emisión, sino que está permanentemente en toda la cadena y todos los portales digitales y en buena parte de medios de comunicación que no son estrictamente televisivos. Han convertido a los participantes en personajes casi casi reales, como si no supiéramos que en la tele todo está más o menos guionizado y llevado", apunta Cubells.
Además, Cubells resalta que en este tipo de programas nada es casual.
"Los concursantes que van allí ya saben a qué van, ya saben por qué van, no van para probar que sus parejas son fieles o no, no van a hacer un experimento sociológico como aquel primer Gran Hermano que se nos vendió, no van para eso. Van por una cuestión económica, evidentemente, por una cuestión de cierta posición porque salir en la tele es goloso para mucha gente y van porque consideran que esto puede ser un trampolín o les puede servir de plataforma para otras cosas"
Mariola Cubells
Periodista española dedicada a investigar y escribir sobre el mundo de la televisión
"De hecho, hay ejemplos de gente que ha participado en realitys y después participa en un Sálvame [programa que se dedicada a la llamada prensa de corazón], hace una portada, se convierte en un personaje y su vida empieza a interesar en determinados lugares", destaca Cubells.
Otro de los aspectos más curiosos de este tipo de programas es que son muchos los medios de comunicación españoles que convierten en noticia lo que sucede en este programa. El vídeo de Isaac y Lucía dando rienda suelta a su pasión, Lucía estalla al ver las imágenes de Manuel, Lo que no se vio de la ardiente noche de Carlos, Lola y Lucía, Raúl se derrumba tras saber que Toni está en la habitación de Claudia, Se filtra un vídeo de Lola manteniendo sexo en la piscina, Me ha puesto un poquito cachonda: sube la temperatura entre Lucía e Isaac, son algunos de los titulares con los que cualquiera se puede encontrar después de cada emisión de La isla de las tentaciones, unos episodios en donde abunda la infidelidad, la competencia desleal, la promiscuidad, la envidia, el sexismo y la superficialidad.
"Yo sí que creo que la tele lanza mensajes. Insisto, no es una cuestión de ponernos moralistas, es sota, caballo, rey. Es decir, este programa es un
programa sexista, teatralizado y tiene todos los ingredientes para que pueda llegar a un grupo de población para que se lo tome en un sentido literal y pueda llegar a otro grupo de población que se lo tome a cachondeo, que a mí me preocupa la población que se lo toma en sentido literal. No me preocupa tanto la promiscuidad como el hecho del mensaje que manda sobre cómo se establecen las
relaciones personales, qué importancia tiene la lealtad, la fidelidad. Yo creo que siguen siendo dañinos ese tipo de mensajes, sobre todo porque ahora mismo están en todas partes, es un programa, insisto, que ha contaminado el resto de la programación de esa tele y forma parte, además, de la conversación colectiva", lamenta Cubells.
21 de noviembre 2018, 20:40 GMT
Según un informe elaborado por Dos30 sobre datos de Kantar Media, el éxito de La isla de las tentaciones se da especialmente entre los jóvenes de entre 13 y 24 años, donde alcanza un 45,5% de la cuota de pantalla, luego entre los adultos de entre 45 y 64 años. El éxito entre adultos jóvenes entre 25 y 44 años alcanza un 31%. Dependiendo del sexo, son más las mujeres que lo ven, y de acuerdo con su posición económica acumula más espectadores en la clase media-alta (con 1.400.000 espectadores), mientras que en la baja (1.039.000) y en la alta (821.000).
"
Son formatos con los que te quedas obnubilado, en una mezcla de estupor y de sorpresa porque dices 'no está pasando esto', 'no han puesto a cinco tíos allí para que esta tía … no, esto no está pasando', y sí, sí está pasando. Son formatos muy fáciles de ver, yo siempre lo digo, que están hechos prácticamente en laboratorio para que tú estés ahí y te pegues a la pantalla. Es muy difícil abstraerte porque tienen mucha fuerza en ese sentido. Van dirigidos, y en esto la tele es una experta, a los impulsos más primarios que todos tenemos", alerta Cubells.
"El espectador puede tener la culpa por verlo, pero la tele tiene el dolo. Porque pedirle a la gente: no, no lo veas, sé fuerte...".
"Pero es que si tú tienes un patio de vecinos y en ese patio tienes seis ventanas y en cada una está sucediendo una cosa distinta y tú, que estás en tu casa, sin que nadie te vea mirar, que esa es una de las claves de la tele: que nadie te ve mirar, porque es una especie de vicio privado, y ves que en una está una pareja teniendo sexo salvaje y en otra hay un señor tocando el piano y en otra hay unos niños jugando, pues tú te vas a quedar mirando al sexo salvaje. Insisto, es una cosa que tú haces en privado. Nadie te ve mirar".
Mariola Cubells
Periodista española dedicada a investigar y escribir sobre el mundo de la televisión
Y mientras cada semana muchos esperan un nuevo episodio de La isla de las tentaciones para saber qué pasó con Isaac, con Lola o Marina, también son muchos los que se preguntan qué impacto tendrá en la sociedad, especialmente entre los más jóvenes, la proliferación de estos formatos que genera millonarios beneficios económicos para unos pocos y ningún aporte para formar una mejor ciudadanía.
"Yo hablo de buena o mala televisión. Para mí es mala televisión porque a mí me gusta que la tele contribuya al bien común y desde luego que se puede contribuir desde el entretenimiento, sin ambages, sin darle la vuelta, sin dobles sentidos y sin más intenciones que el puro entretenimiento. Yo en eso soy muy partidaria. Entonces yo sí que lo califico de mala televisión, para mí es mala televisión. Es una mala televisión que está muy bien hecha, es una mala televisión muy bien empaquetada, pero es mala televisión en cuanto a contenidos porque en la tele lo importante no es el soporte, sino lo que tú metes en esa televisión. Entonces a mí me parece que el programa tiene todo para ser calificado de malvado, además", concluye Cubells.