Su hija y su sobrina salen corriendo en cuanto desaparece el último macarrón del plato. Es hora de jugar. Gustavo vive en el barrio de Manicomio y allí se respira pueblo y calle. Los barrios de Caracas tienen la virtud de sacarte de la nube de estrés y polvo de la urbe desastrada, y dentro es otra cosa. Hay paz de plomo y hierro.
Gustavo dice de si mismo que es "comunicador del pueblo". Pero es muchas cosas; desde revolucionario hasta padre de múltiples retoños e influencer bolivariano. Su Facebook es fuego. Y él también. Hace 17 años vivía en el barrio del 23 de Enero, uno de los barrios más conocidos de la ciudad por su carácter chavista y defensor de los ideales de la Revolución todavía incipiente en Venezuela.
El 13 de Abril de 2002, cuando Hugo Chávez se encontraba detenido y desaparecido tras haber sufrido un Golpe de Estado dos días antes por parte de militares contrarrevolucionarios, un contingente del 23 de Enero compuesto por hombres y mujeres chavistas fue el primero en llegar al Palacio de Miraflores para exigir la liberación de su presidente. Gustavo estaba allí.
Miraflores está rodeado de barrios en cerros. Enfrente del Palacio está el 23. "Aquella mañana, la Policía Metropolitana, el órgano policial represor de los gobiernos de la IV República [los anteriores a Chávez] que todavía seguía activo en aquel momento, rodeaba el Palacio, tomó la Avenida Sucre, la única vía para llegar a Miraflores, y nos esperaba echando plomo, disparando a matar", cuenta Gustavo, recordando cada detalle como si hubiese pasado hace dos días. "Así no podíamos bajar. Disparaban hacia el 23 por nuestra fama".
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Pero ocurrió algo inesperado y completamente espontáneo. "Como a las 8:30 de la mañana escuchamos el ruido de la gente que venía bajando de los barrios que están de espaldas a la Avenida Sucre: La Pastora, Lídice, Los Frailes… Miles de personas que le cayeron con todo a la Policía. No les esperaban, llegaron por detrás y rompieron el cerco. En ese momento nos sumamos nosotros y la Policía huyó".
El final de esta historia tiene final feliz para la Revolución de Chávez. El presidente electo estaba vivo y volvió a Miraflores en helicóptero aquella madrugada. Allí le esperaban sus ministros y cientos de miles de manifestantes. La movilización espontánea de un pueblo que se organizó como un ejército sin instrucción militar fue la clave para salvar este capítulo de la épica venezolana. Gustavo está convencido. "El pueblo no solo salvó a Chávez sino que ha estado salvando esta Revolución permanentemente".
Nicolás Maduro celebró el aniversario de las milicias en Los Próceres, la emblemática avenida caraqueña situada junto a la Academia Militar del Ejército Bolivariano. Le miraban dos millones de milicianos presentes.
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Edit Batatina no llama la atención entre semejante multitud de uniformes marrón caqui. Tiene 50 años y trabaja en el Hospital de El Valle, en el mismo barrio donde vive. Ella entró en la milicia hace seis años "porque sentí el impulso. Fue cuando murió Chávez y en aquel momento intuí que algo gordo podía pasar aquí" cuenta a Sputnik desde su "oficina" en el Hospital un día antes del aniversario.
Edit es bajita y parece mayor, pero cuando habla rompe los prejuicios. Un miliciano es un voluntario de la patria que decide dar servicio a su país a muchos niveles. Se les asigna una tarea social, un trabajo, que deben cumplir para contribuir con la comunidad, y además reciben instrucción militar una vez al mes.
"Vamos al polígono de tiro de Fuerte Tiuna (Complejo Militar más importante de Caracas) y allí nos enseñan a manejar el armamento, a saber qué es cada cosa, cómo es el manejo de las granadas… La idea no es prepararnos para la guerra pero sí para combatir en caso de que fuese necesario". Utilizan fusiles FN FAL y Edit dice que la clave para disparar bien es el pulso y el equilibrio, una buena posición "para que no sufra el hombro".
Diecisiete años después de este capítulo de la historia de Venezuela, Nicolás Maduro ha decidido dar rango constitucional y constituyente a sus milicias "como componente complementario de la Fuerza Armada". Lo anunció desde la tribuna en Los Próceres.
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Gustavo cree que si hubiese otro Golpe de Estado, el pueblo, y las milicias, volverían a salir a la calle para defender a Maduro, a pesar de todo, de la situación, de la crisis, del hartazgo.
"De hecho, ya lo hicimos recientemente", asegura. "El 23 de Febrero, cuando la oposición amenazó con meter a la fuerza la falsa ayuda humanitaria, que solo era una excusa para propiciar una intervención militar, fue el pueblo el que defendió la frontera. Hasta allí fuimos 15.000 personas organizadas".
Sus palabras suenan rotundas como el coro de dos millones de milicianos jurando lealtad a la República en Los Próceres. "Leales siempre, traidores nunca". Fueron muchas horas de sol y aniversario bajo la mirada de las estatuas de los libertadores de Venezuela. Después sonaron los tanques de hierro rodando la vuelta a casa y el paseo se llenó de gente corriendo o patinando o comiendo helado al atardecer de un sábado cualquiera.