El tianguis de Santa Cruz Meyehualco tiene 55 años surtiendo de toda clase de productos a los vecinos de Iztapalapa, la alcaldía más populosa de la capital mexicana. La zona está en medio de varios proyectos para modificarse, como el anunciado "turismo de barrio", si bien las zonas alcanzadas por este programa están lejos del tianguis en peligro.
Un acuerdo presentado a comienzos de marzo elaborado por la Secretaría de Gobierno de la ciudad y algunos "líderes" del comercio callejero (punteros políticos en muchos casos) no contempló a los trabajadores, quienes denunciaron a Sputnik que fueron engañados para falsear su apoyo a una reubicación que no aceptan.
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"Este tianguis no es un mercado, es una tradición, quieren deshacer algo que hemos construido en mucho tiempo. Si nos mueven a otro lugar vamos a empezar de cero, sin calles, sin baños, sin drenaje, en un lugar aislado en donde nadie va a ir a comprar. Que nos den ese lugar o que nos den nada, es lo mismo", dijo a Sputnik Edgar, uno de los trabajadores inconformes.
Trabajar en la calle
Las calles se visten con lonas de colores para que cientos de productos, alimentos, antigüedades, cervezas preparadas y videojuegos convivan al aire libre cada martes y viernes, y den trabajo a más de 12.000 personas.
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Mauro es uno de los 'tiangueros' de Santa Cruz Meyehualco quien —como los demás- inicia su día a las cuatro de la mañana: carga la camioneta con el producto que vende y viaja hasta su lugar de trabajo que no es más que un pedazo de calle.
Alfonso, uno de los vecinos, le renta una bodega donde guardar los tubos con los que monta el puesto. Los saca, los ensambla, los ata con cuerdas y tensa las lonas hasta que el lugar toma forma: hay un mostrador que le permite exhibir los productos de aseo personal que vende. Mauro, cada día, arma su espacio de trabajo y lo desmonta al terminar.
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Los tianguis son una práctica social prehispánica, cuando grandes plazas eran dedicadas al intercambio de artesanías, alimentos o servicios. Sin embargo, es actualmente el trabajo más combatido en la capital y en casi todas las grandes ciudades del país.
Según afirman los investigadores Rodrigo Meneses y José A. Caballero en un estudio, "no existen referencias específicas acerca del derecho a trabajar en la calle como tal", por lo que su protección formal se ve disminuida.
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El problema, señalan los académicos, es que estas costumbres "no se incluyen en los proyectos de ordenamiento territorial y espacio público", como sostienen en su artículo.
La entidad, en cambio, sostuvo en su recomendación de 2016 que los Gobiernos locales han sido omisos en "ejercer sus obligaciones para brindar certeza jurídica a las personas que ejerce el comercio informal en el espacio público y garantizar un nivel de vida adecuado de personas vecinas y transeúntes".
El Gobierno de la ciudad respondió a esta omisión señalada con un plan que pretende atomizar el tianguis y repartirlo por más de 5.000 puestos en distintos puntos de la ciudad.
Un acuerdo "amañado"
Tras la publicación del acuerdo que elimina al tianguis de Santa Cruz, 12 representantes de cada una de sus calles intentaron manifestar su rechazo ante las autoridades y fueron amenazados con usar la fuerza pública si se resisten.
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Al día siguiente, más de 12.000 comerciantes paralizaron la ciudad en un esfuerzo coordinado por ellos mismos. Cortaron la vialidad de tres avenidas que se convierten en carreteras federales y que conectan a la capital con Puebla, Pachuca y Cuernavaca, además de los dos distribuidores viales mayores de la ciudad (el eje central y Viaducto).
"Nos estamos manifestando para que nos dejen trabajar en el tianguis de Santa Cruz, no queremos reubicación, nos quieren mandar a los tiraderos (basureros) y nosotros tenemos 50 años trabajando. Nuestros abuelos y nuestros padres fundaron ese lugar, antes no tenía ni pavimento, ese lugar creció gracias al tianguis", dijo a Sputnik uno de los manifestantes.
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La marcha avanzaba lentamente y era notoriamente espontánea, ya que sus acciones se iban coordinando a medida que avanzaban y que llegaban noticias de una mesa de negociación de algunos representantes con el Gobierno, donde buscaban alternativas para los inconformes.
Edgar, el tianguero, denunció en diálogo con Sputnik que el acuerdo que los reubica no fue realmente consultado con los trabajadores, sino que se los engañó para aparentar su beneplácito: "Nos pidieron copias de nuestra identificación pero no nos dijeron para qué. Después nos dijeron los mismos líderes, que las usaron para decir que estábamos de acuerdo con la alcaldía, y a favor de la reubicación", cuando no es así, relató.
"Nos quieren desaparecer porque no somos trabajadores, así lo ven ellos", explicó Mauro a Sputnik durante la movilización en rechazo a la reubicación que colapsó el tránsito en la ciudad.
"Todos los tianguis se están uniendo, porque si empiezan con el más grande, [queriéndolo eliminar], es una amenaza que los van a eliminar a todos", sostuvo el comerciante.
Con el conflicto avivado, la Secretaria de Gobierno de la ciudad, Rosa Icela Rodríguez, dio una conferencia de prensa en la que sostuvo que "la reubicación no es un hecho aislado, forma parte de una directriz de Gobierno, por lo que se seguirá trabajando en diferentes zonas de la ciudad de la misma manera".
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Sin embargo, la gran movilización de los tiangueros surtió efecto: lograron que el Gobierno capitalino se comprometiera a frenar la reubicación por tres meses.
Los comerciantes recibieron con desconfianza el anuncio: "si ocurriera lo mismo, los planes de lucha siguen en pie, y hasta el aeropuerto les paralizamos", sentenció Mari Cruz, una de las trabajadoras en resistencia.