Dougan dejó la Policía estadounidense por los crímenes indignantes que cometían sus colegas, según afirma. Más tarde, tuvo que huir no solo de su trabajo, sino del mismo país, ya que lo perseguía el FBI por sus denuncias de los crímenes arriba mencionados.
"Me fui por la actividad criminal manifiesta que reinaba en las fuerzas del orden estadounidenses", relata.
"Pegaban a los miembros de minorías hasta que sangraran. Sus caras estaban destrozadas. Hubo intentos de abusos a menores", contó John Mark Dougan.
"Disponía de una información increíble. Estaban enrabietados. Habían pinchado mi teléfono. Decían que, si pudieran, me meterían en la cárcel. Entonces nunca saldría, me matarían. Tenía que escapar. Somos un país de libertades, ¿no?", agregó.
Pidió asilo político en Rusia, un país del cual que amaba ya desde su primera visita a Moscú. "Además, estoy enamorado… Amo a Rusia", confiesa Dougan.
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Opina que solo Rusia —o China, tal vez— le puede dar la protección necesaria para contrarrestar la amenaza que se cierne sobre él desde su país natal.
