Quizás hayas escuchado hablar de ellos. Se han utilizado, por ejemplo, en algunos de los países que mejor han manejado la situación sanitaria de la pandemia de COVID-19, como Ghana y Senegal.
Pool testing: más rápido, más económico
A diferencia del análisis convencional del hisopado o PCR (reacción en cadena de polimerasa, por sus siglas en inglés), los pool test son pruebas grupales.
El mecanismo es sencillo. A cada individuo se le realiza su respectivo hisopado, pero en lugar de ser analizados de forma individual, las muestras de cada uno se reúnen en grupos de determinada cantidad de personas. El resultado es, por tanto, la síntesis de la mezcla grupal.
Las ventajas son evidentes. Se trata de un método más veloz que permite no solo ahorrar dinero en test sino también tiempo y disponibilidad del personal médico. Aquí va un sencillo ejemplo: hay un grupo de 30 personas de las que una sola está infectada. Supongamos que se forman seis grupos de cinco personas cada uno. En principio, se estarían realizando seis pool tests.
De estos seis análisis, cinco darán resultados negativos: todos excepto en el que se encuentra la persona contagiado. Ese grupo de cinco personas tendrá que hacerse, de manera individual, nuevos hisopados. En total, se hicieron 11 análisis en lugar de los 30 que se habrían hecho de modo individual.
¿Funciona el pool test?
Las pruebas grupales no son nuevas. Se han utilizado en la medicina para detectar enfermedades de transmisión sexual como clamidia y gonorrea, y la Cruz Roja la usa para supervisar las donaciones de sangre.
Aunque había preocupaciones de si la dilución de las muestras agrupadas podía llegar a reducir la precisión del resultado final, ha sido demostrado que las pruebas grupales son tan eficaces como las individuales, en tanto los grupos no superen las ocho personas.