Para descubrir este curioso 'efecto secundario', la doctora Catherine Richards, del Boston Health Economics, y Andrew Rundle, profesor de epidemiología de la Columbia University, estudiaron el estado de salud de 13.000 hombres y mujeres de negocios. Para ello, los dividieron en tres categorías: los que viajan a menudo, los que lo hacen de vez en cuando y los que no se mueven de su lugar de residencia frecuentemente.
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Para sorpresa de los científicos, resultó que las personas que viajan a menudo mostraron índices de masa corporal y de niveles de colesterina similares a los que rara vez viajaban. Además, se descubrió que el peso de los que están de viaje más de 21 días al mes es mayor que entre aquellos que solo viajan de uno a seis días.
"Si tiene más de 30 años, viaja mucho, come mal y tiene pocas posibilidades de hacer actividad física, le está llegando la hora de preocuparse. Durante los próximos 10 años —más o menos—, las consecuencias comenzarán a llegar en forma de alta presión arterial, diabetes, obesidad y problemas crónicos a largo plazo", resumió Andrew Rundle, citado por New York Times.
Otro estudio realizado en 2015 por especialistas de Harvard arrojó resultados similares. Según esta investigación, los viajes de negocios aceleran el envejecimiento y aumentan las probabilidades de sufrir un accidente cerebrovascular o un ataque cardíaco. Más del 70% de los hombres de negocios que viajan a menudo informan de que sufren algunos síntomas derivados de llevar un estilo de vida poco saludable, como una mala alimentación, falta de ejercicio, consumo excesivo de alcohol, estrés, cambios de humor y problemas gastrointestinales.
