El SQ109 es fruto de la colaboración ruso-estadounidense en materia de farmacología y bioquímica. Se basa en un compuesto orgánico descubierto por la compañía Sequella, Inc. y el Instituto Nacional de la Salud de EEUU.
El propio fármaco fue desarrollado por la rusa Infectex, empresa residente de Skolkovo, cuyo objetivo principal es la creación de medicamentos capaces de combatir enfermedades infecciosas graves.
En el marco de las pruebas clínicas fueron tratados 140 pacientes voluntarios de siete centros clínicos. Los grupos que recibieron el SQ109 en combinación con el tratamiento convencional mostraron una mejora significativa.
"La prueba demostró que, para el final del sexto mes, el grupo que recibió SQ109 en combinación con una terapia convencional mostró una reducción de las bacterias en un 80%, en comparación al grupo que recibió tratamiento convencional más placebo (61%). No menos importante es el hecho que el SQ109 mostró su seguridad y tolerabilidad", afirma el profesor Serguéi Borisov, investigador principal y director adjunto del Centro científico-práctico contra la tuberculosis de Moscú.
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Este fármaco aún no tiene análogos en el mundo, sostienen sus creadores. Se prevé que en un futuro próximo el medicamento sea registrado, después de lo cual pase a la fase de producción. El objetivo principal es llevar el medicamento a los pacientes lo más rápido posible, para salvar miles de vidas no solo en Rusia, sino en todo el mundo, concluyen sus creadores.
Según la Organización Mundial de la Salud, solamente en el 2015 se registraron 10,4 millones de casos nuevos de tuberculosis. Ese mismo año, las Naciones Unidas adoptaron los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) para el 2030. Una de sus metas es reducir en un 90% las muertes por esta enfermedad, así como reducir en un 80% su tasa de incidencia para el año 2030, en comparación con las cifras del 2015.