Y es que Dinamarca dio luz verde para que la megaobra —a través de la cual la UE recibirá mayores volúmenes de gas proveniente del gigante euroasiático— pase por sus aguas territoriales. Anteriormente, Finlandia, Suecia y Alemania —es decir, los demás países comunitarios por los que transita el trazado de Nord Stream 2— dieron su venia a la realización del proyecto.
Lo sucedido puede considerarse un acto de desobediencia a EEUU. Y es que Washington se esforzó al máximo para impedir que el gasoducto se hiciera realidad, llegando hasta a amenazar con sanciones a sus socios transatlánticos.
"Europa lo que sí ha aprendido es que no puede decir a todo que sí a EEUU", señaló Javier Colomo Ugarte, doctor en Geografía e Historia. "La UE ha situado sus intereses por encima de las presiones norteamericanas", constató, al indicar que, "evidentemente, el gas ruso le resulta más económico" al bloque comunitario.Al mismo tiempo, el analista no dio por hecho que la UE empiece a "desligarse de EEUU", aunque sí dijo que las políticas exteriores de Washington conducen a un aislamiento cada vez mayor de la potencia norteamericana.
"Cada vez más países dicen:'‘Si no me puedo fiar de EEUU, busco otros amigos'", concluyó.
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