"Estamos interesados en mantener relaciones sólidas con Rusia a largo plazo que nos permitan realmente disminuir las amenazas mutuas, evitar pasos que de una u otra manera dañen los intereses de la otra parte y en el marco de las cuales podríamos reanudar la cooperación que tuvimos en el pasado", dijo Pickering.
Respecto a la crisis en torno a los bienes diplomáticos, constató que no beneficia a EEUU ni a Rusia.
Las relaciones diplomáticas entre Moscú y Washington han sufrido considerables problemas en los últimos meses.
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En diciembre de 2016, el Gobierno de EEUU encabezado entonces por Barack Obama expulsó a 35 diplomáticos rusos y ordenó el cierre de dos mansiones diplomáticas rusas en Centreville, Maryland y Oyster Bay, Nueva York, en respuesta a la supuesta interferencia de Moscú en las elecciones presidenciales estadounidenses, lo que Rusia ha negado reiteradamente.
A finales de agosto, el Departamento de Estado de EEUU pidió a Rusia desalojar su Consulado General en San Francisco y dos oficinas diplomáticas más, una en Nueva York y la otra en Washington, poniendo como fecha límite el 2 de septiembre.
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El Ministerio ruso de Exteriores cumplió la petición de Washington pero la calificó como un acto hostil y una burda violación del derecho internacional.