"Estoy feliz de que nos hayan liberado. Pero al mismo tiempo lamento que mi padre, al que mató un francotirador, no pueda compartir esta felicidad. Siempre dijo que no íbamos a ceder nuestra tierra a los terroristas y que no teníamos miedo de ellos. Queremos que la vida sea como antes, queremos volver a la escuela. Y otra cosa que queremos es por fin comer suficientemente", relató Fuad, de12 años, a Sputnik.
Otra niña, Saha, de 8 años, también compartió con la agencia sus impresiones.

"Si tuviéramos miedo, habríamos muerto hace mucho. Nosotros, los niños de Deir Ezzor, somos el futuro del país. Defendimos nuestra ciudad firmemente hasta el final", comentó.
Saha agregó: "El Ejército prometió liberarnos y mantuvo la promesa. Y nosotros prometimos que no íbamos a tener miedo y que íbamos a estudiar bien".
Abdalla vive con su padre en casa de su abuela que trata de sustituir a la madre.
El chico, a punto de echarse a llorar, continuó su cuento.
"Extraño mucho a mi madre y a mi hermano Ahmed. (El grupo terrorista Daesh) lanzó un misil contra nuestra casa. El edificio quedó destruido y mi madre y mi hermano murieron", reveló.
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Abdalla contó también que "a causa de los bombardeos y la hambruna murieron muchos niños".

"Ya va a hacer tres años que no comemos ningún dulce. Violaron nuestro derecho a jugar, a estudiar. No hay medicamentos para curar a los enfermos. Tras la ruptura del asedio, la vida ha mejorado: ahora podemos estudiar, jugar y comer mejor. Aunque de todas formas es triste que los más cercanos no estén más cerca", confesó.