Más de cuatro millones de sirios han huido de su país y se han refugiado en otros Estados, según datos del Acnur.
Los vecinos de Siria son los que están absorviendo la mayor cantidad de refugiados que escapan de la guerra, que empezó en marzo del 2011.
Para estos países, algunos con serias dificultades económicas, como Jordania, acoger a tantos refugiados supone un esfuerzo que los "hermanos árabes" del Golfo Pérsico no están dispuestos a realizar.
Catar, Arabia Saudí, Kuwait y EAU son Estados ricos y los tres primeros han invertido su dinero en la financiación de grupos de rebeldes armados en Siria.
Para lavar sus conciencias, algunos países del Golfo han llevado a cabo donaciones por valor de mil millones de dólares.
Los mayores donantes árabes para Siria han sido hasta ahora Kuwait, Arabia Saudí y EAU, pero los dos últimos han destinado más fondos a conflictos como el de Yemen que a paliar las necesidades de los sirios y tienen unos presupuestos militares muy elevados.
Ningún país del Golfo es firmante de la Convención de Refugiados de la ONU de 1951, en la que se establecen las obligaciones de los Estados para salvaguardar los derechos de las personas que huyen a causa de la guerra o la persecución.
La mayoría de los Estados de esa zona se nutren de trabajadores extranjeros del sureste asiático, especialmente como mano de obra para la construcción o trabajadores del hogar.
Para los trabajadores extranjeros —muchos sometidos a condiciones infrahumanas o abusivas- es prácticamente imposible conseguir la nacionalidad, aunque en EAU se siguió una política de concedérsela a los emigrantes árabes.