De momento, es una zona de construcción gigante, pero el trabajo avanza a una velocidad vertiginosa. Está diseñada para ser más grande que Singapur y acoger a unos 6,5 millones de personas. El Gobierno está dispuesto a trasladar allí 34 ministerios, incluido el complejo presidencial.
También contará con un gran espacio verde, más grande que el Central Park de Nueva York, un centro comercial enorme, distritos residenciales, un campus de ciencia y tecnología y un complejo cultural con teatros y cine.
La idea de construir ciudades en el desierto no es nueva. Hace cuarenta años, se construyó la ciudad de Sadat con el objetivo de convertirla en un próspero centro urbano entre El Cairo y Alejandría, pero no tuvo mucho éxito, y la ciudad actualmente cuenta con alrededor de 150.000 residentes.
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El Cairo, por el contrario, está en pleno auge, ya que sus empleos atraen cada vez más gente. Tiene el doble de tamaño de Nueva York y acoge a una quinta parte de los 97 millones de habitantes de Egipto. Sin embargo, su rápida expansión le ha traído muchos problemas.
En la nueva capital, el Ejército lo controlará todo, lo que es muy importante para el presidente Abdel Fatah Sisi, quien llegó al poder en el 2013 tras un golpe de Estado.
