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El Gobierno británico cede ante Washington en su repudio de Huawei

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LONDRES (Sputnik) — Boris Johnson se arriesga a entablar una guerra comercial con China con su decisión de expulsar a Huawei de la 5G nacional, que no ha aplacado la rebelión en las bancadas conservadoras y ha permitido cantar victoria al presidente Donald Trump.

El mandatario estadounidense se adjudicó el triunfo en un encuentro con los medios tras la confirmación del veto a la presencia de la compañía china Huawei en la infraestructura del Reino Unido de la última generación de comunicación móvil. "Hemos convencido a muchos países —y lo hice yo en gran medida— para que no utilicen Huawei… Si quieren hacer negocios conmigo, no pueden usarlo", alardeó en el Jardín de la Rosa de la Casa Blanca.

De sanciones al veto

El equipo de Johnson justificó el cambio de estrategia como "una decisión técnica" de seguridad, derivada de las sanciones adicionales que Washington impuso a Huawei en mayo. Bajo el nuevo régimen, según concluyó el Centro Nacional de Seguridad Cibernética (NCSC, en sus siglas en inglés), no se podrá garantizar la resiliencia y seguridad de los componentes del productor chino que se incorporen a la red. El primer ministro había aceptado en enero que el riesgo se podía mitigar.

Johnson finalmente hizo piña con Trump. "Es el comienzo de un distanciamiento estratégico de las firmas tecnológicas chinas y restablece la relación del Reino Unido son sus socios", celebró Tom Tugendhat, presidente del comité parlamentario en Asuntos Exteriores y cofundador con otros diputados conservadores del China Research Group (Grupo de Investigación sobre China).

Creado a imagen del European Research Group —que hundió a la anterior primera ministra, Theresa May, con su obsesión por un Brexit duro— dice contar con más de 60 miembros dispuestos a rebelarse contra el Gobierno en la cuestión de Huawei. Para estos rebeldes tories, el plan del gobierno es un tibio compromiso.

Expulsión parcial

La estrategia de Johnson contra Huawei se estructura en tres fases distintivas. Por una parte, se prohibirá adquirir nuevo material del proveedor chino destinado a la 5G a partir del 31 de diciembre. Además, los operadores británicos deberán desmontar microchips y otros componentes ya instalados en sus redes de la misma revolucionaria generación. Este proceso se extenderá hasta el 2027, dos años más tarde del plazo límite de las próximas elecciones legislativas.

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La derecha radical pide un periodo de desmantelamiento, más corto y la expulsión integral de Huawei del espectro británico. Su hardware y software de generaciones anteriores —2G, 3G y 4G— se excluye, de momento, del veto oficial.

Por otra parte, se creará una comisión y se facilitará una moratoria a los productos del fabricante chino en fibra de banda ancha. Este aspecto del polémico plan arriesga la promesa electoral del Ejecutivo conservador de llevar internet a alta velocidad a todos los hogares y negocios británicos para el 2025.

Lacayo de EEUU

"Es cuestionable si el Reino Unido puede ofrecer un ambiente de negocios abierto, justo y no discriminatorio", denunció el embajador de China en Londres, Liu Xiaoming, en su cuenta de Twitter. Una línea similar adoptó el portavoz de Huawei al lamentar que "se ha politizado nuestro futuro en el Reino Unido". "Se trata de la política comercial de EEUU, no de seguridad", dijo.

​La fractura con Pekín se produce en una fase de encrucijada para el Reino Unido, que tiene previsto abandonar la Unión Europea el 31 de diciembre. Llega además en un punto gélido de las relaciones bilaterales entre ambos países en torno a Hong Kong. La expulsión de Huawei se percibe como una "prueba de fuego" de la dirección mercantil en el Brexit y plantea la incógnita de si "las inversiones chinas estarán a salvo" en el Reino Unido, según recalcaron fuentes diplomáticas.

Infraestructura nuclear

Johnson se arriesga a perder importantes activos con su respaldo del boicot estadounidense. Se cuestiona ya la participación del grupo estatal chino CGNPG, junto con su socio francés EDF, en la renovación de tres centrales nucleares en Inglaterra. La planta de Hinkley Point, en el condado de Somerset, está en marcha con el 35.5% de capital de CGNPG, pero hay otros dos proyectos en línea con reactores de tecnología y fabricación china.

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Por otro lado, 115.000 nacionales de China y Hong Kong estudian en universidades británicas y aportan en tasas al sector 1.700 millones de libras (cerca de 2000 millones de euros), según un estudio reciente del Instituto Nacional de Investigación Económica y Social (NIESR). El think tank calcula que una guerra comercial con Pekín puede causar una caída del 0,75% del PIB del Reino Unido y un aumento del 0,6% de la tasa de inflación.

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