Era una noche de lluvia en la que jóvenes se peleaban en una calle comercial de la pequeña ciudad de Gillingham, en el interior de Inglaterra. El pequeño disturbio ya contaba con policías presentes, intentando calmar la situación, pero otros agentes se dirigieron hacia el lugar.
La vía estrecha y el piso mojado no impidieron, sin embargo, que el auto oficial acelerara para atender lo más rápido posible al llamado. En una escena de película, que dejó a los participantes de la confusión boquiabiertos, el vehículo se asomó a una velocidad suficiente para provocar una increíble resbalada que terminó en un aparcamiento digno de película. Y como si nada hubiera pasado, los policías salieron a intervenir en el conflicto.
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