"Todo aquello por lo que luchamos y en lo que creemos —la libertad, la igualdad, la justicia- encuentra su máxima expresión en el despacho de un concejal, pues es allí donde todos esos valores se concretan en personas con rostro".
Horacio Amezúa, pensador argentino
"Cuídate bien del que te niega el acceso a la información, porque en el fondo de su corazón, tan solo desea ser tu amo"
Anónimo
Cerca de setenta y tres alcaldes asesinados en apenas una década (2005-2015), un centenar de periodistas víctimas de parejo infortunio en los últimos tres lustros, dan macabra fe de ello.
La mismas fuentes reportan que Tamaulipas (13), Guerrero (11), Sinaloa (7), Oaxaca (6) y Durango (5) le abonan a la numeralia de periodistas asesinados, a la que también tributan la Ciudad de México y Michoacán (4), Nuevo León y Sonora (3), Jalisco, Puebla y Coahuila (2) y Tabasco, Baja California, Chiapas, Quintana Roo y Morelos (1).
Por su parte, dos alcaldes asesinados en el Estado de México y en Nuevo León y uno "per cápita" en Tabasco, Guerrero, Tamaulipas, San Luís Potosí, Coahuila, Morelos, Zacatecas y Puebla, aportan números lamentables a unas estadísticas que pudieran aumentar con las cifras de primeros ediles y periodistas desaparecidos, o la de ataques a medios de comunicación, contabilizadas todas por la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH).
En un país donde la corrupción y la criminalidad presentan tasas muy altas y han devenido en artes de gobierno, parece inevitable que quienes las enfrentan desde un cargo público o desde la sala de una redacción corran el riesgo de engrosar la sangrienta numeralia de la violencia. Ello deviene en la mordaza que supone la autocensura cuando el exilio forzado no fue la opción primera del periodista; ello deviene en la mordaza que supone coercer la participación popular en la gestión política cuando el desencanto no ha impuesto aún sus reales. A ello cabe sumar la aritmética de la inseguridad en la que el incremento de las agresiones lleva a la imposibilidad de investigar a fondo cada una de ellas lo que fomenta a su vez un clima impunidad que se traduce en un "crescendo" en el accionar de los criminales: se cierra así un círculo vicioso donde causa y consecuencia se entreveran.
Sin embargo, que sea a ese nivel donde se engendre todo no debe llevar a pensar que se está ante un fenómeno a combatir localmente. El asesinato de una autoridad municipal, de un informador regional, desborda los límites de la comuna; es una afrenta al gobierno federal exhibido como inepto en la tarea de procurar la seguridad necesaria para el ejercicio del mandato del pueblo, una afrenta a la plena libertad popular que supone una sociedad informada. Por demás, si las autoridades son víctimas del crimen, si quienes informan de ello terminan por convertirse en la noticia que ya no podrán divulgar, qué seguridad podrá presumir el gobierno ante los ojos de una población que asiste desconcertada al derrumbe de su empoderamiento, ese que dimana de un voto trienal, ese que implica el manejo oportuno y transparente de la información veraz.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK
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