El 13 de enero por la tarde Matteo Renzi, líder de Italia Viva, uno de los partidos de la coalición gobernante en Italia, declaró que dos ministras y un viceministro procedentes de su formación política presentarían sus dimisiones. Como si no bastaran las vicisitudes de la pandemia, Italia entra en una crisis política cuyo resultado hoy parece más que incierto.
Coalición gobernante
El actual Gobierno de coalición fue formado en septiembre de 2019 por el Partido Democrático (PD), el Movimiento de 5 Estrellas (M5S) y una serie de fuerzas políticas menores de centroizquierda.
Durante el año de la pandemia la coalición gubernamental supo mantener la cohesión, pero cuando llegó la gran cuestión de cómo manejar los préstamos y subsidios que Italia debe recibir del Fondo para la Recuperación de la economía europea, la pacífica convivencia entre los políticos de centroizquierda dejó lugar a una rivalidad sin cuartel.
Pasta que repartir
El primer ministro, Giuseppe Conte, que en julio pasado triunfó en la reunión del Consejo de Europa, asegurando al país un total vertiginoso de 209.400 millones de euros, quiso formar una comisión gubernamental que se encargaría de su gestión. Algo que pareció inaceptable tanto a la oposición, como a los partidos de la coalición que se sintieron excluidos de la apasionante labor de distribuir miles de millones de euros.
Italia Viva y, en particular, Renzi se convirtieron en críticos acérrimos de los propósitos de Conte. Como decía un meme que circulaba en las redes sociales italianas en otoño, Renzi "no quería solo participar en los Gobiernos, quería tener el poder de derrocarlos".A finales de diciembre IV presentó su Ciao, acrónimo italiano del plan para 'Cultura, Infraestructuras, Medio Ambiente, Oportunidades', que suena como el saludo que conoce el mundo entero. De hecho, el plan contenía propuestas sobre el uso de los fondos europeos y era una manera simbólica para decir "ciao" a los propósitos del primer ministro.
Además, IV siguió insistiendo en que Italia debía aceptar los 36.000 millones de euros del Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE), a lo que se opone el M5S que considera estos fondos como un instrumento que la Comisión Europea usa para reforzar su control sobre las finanzas italianas.
Conte no cedió en lo relativo a los fondos del MEDE, pero sí renunció a sus planes acerca de la gestión de los financiamientos de parte del Fondo de recuperación, lo que, al parecer, envalentonó a Renzi que siguió exigiendo nuevas concesiones, amenazando con romper la coalición gobernante en caso de que no se le hiciera caso. Este juego de tensión entre Italia Viva y el Gobierno y o, más bien, entre Renzi y el primer ministro terminó el miércoles con la dimisión de los representantes de IV.
¿Y ahora?
Conte tomó una pausa para analizar la situación. Grosso modo, las opciones son dos: tratar de asegurarse el apoyo de otras fuerzas políticas para formar una nueva coalición o ir a las urnas.
Para formar una nueva coalición el primer ministro espera poder contar con los diputados y senadores de Italia Viva "responsables" que se oponen a la caída del Gobierno en plena pandemia del COVID-19. Tarea difícil, ya que, en la práctica, presupone la disolución de los grupos parlamentarios de la formación liderada por Renzi. Sin embargo, en este escenario Conte contaría con el apoyo no sólo de M5S, sino también del PD.
A su vez, el apoyo electoral conjunto del PD y M5S apenas supera un tercio de los votos, lo que excluye cualquier posibilidad de formar una nueva coalición. El futuro político de Conte también parece muy incierto en este escenario, con lo cual el actual primer ministro, conocido por sus capacidades de negociar, hará de todo para constituir un tercer gabinete bajo su liderazgo sin la necesidad de convocar a elecciones.
La próxima semana será decisiva para el Gobierno. Con mucha probabilidad Conte desafiará a Renzi en el Parlamento durante la discusión sobre las modificaciones del presupuesto. Si el primer ministro gana la batalla en el hemiciclo y convence a los diputados de Italia Viva a abandonar a su líder, podrá reformar la coalición y liberarse de un ex aliado que se hizo demasiado exigente. Si no, Italia deberá ir a votar en medio de una pandemia que no se da por vencida.
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